Argentina: 500 años de la primera Misa

Fue un español el que celebró la primera Misa en el territorio que hoy conocemos como la República Argentina. El 1 de abril de 1520, el sacerdote Pedro de Valderrama celebró la primera Misa por orden de Hernando de Magallanes, navegante portugués que realizó la primera expedición europea desde el océano Atlántico hacia el océano Pacífico.

El lugar escogido para la Eucaristía fue la Bahía de San Julián, provincia de Santa Cruz, el mismo lugar en el que 500 años después la diócesis, encabezada por monseñor Jorge García Cueva, organizará la celebración del aniversario junto con el municipio de San Julián, el gobierno de la provincia de Santa Cruz y la invitación a participar a las iglesias evangélicas. «Los protagonistas serán los jóvenes y los migrantes. Porque son los preferidos en el corazón de Jesús, y queremos que se vea la diversidad de nuestra sociedad», anunció el obispo García Cuerva durante una intervención en la sede de la Conferencia Episcopal Argentina.

La consigna de la convocatoria es: «500 años: celebración y encuentro», porque «queremos pensar qué nos dice la Historia. Magallanes y Elcano dieron la vuelta al mundo, y nosotros estamos desafiados como cristianos a dar la vuelta a nuestro propio mundo, primero el corazón y la mente, para poder generar un mundo más social y equitativo».

El Papa Francisco, por su parte, ha grabado un vídeomensaje por los 500 años de la primera Misa en su patria. «Quizá en San Julián, el cura que celebró aquella Misa hace 500 años, no sabía que estaba sembrando algo, algo histórico, algo muy grande», señala el Santo Padre en el vídeo, y agrega: «Ustedes están conectados, son descendencia de aquello, de la primera Misa en nuestro territorio: prepárense bien en el Año Eucarístico que van a hacer».

En ese sentido, sugirió dos cosas: «Primero, miren al costado, al que está peor que ustedes: van, le buscan, le ayudan», animó. «Siempre hay alguien que está peor que yo, que lo está pasando peor que yo», advirtió.

En segundo lugar, aconsejó: «No pierdan la alegría, porque donde hay alegría está Dios. No tengan el corazón fúnebre, sino un corazón alegre, aun en los dolores, en las tristezas, pero con alegría, que es esperanza en Dios», exhortó.