Acompañamiento en la escuela: ser y estar más que hacer - Alfa y Omega

Acompañamiento en la escuela: ser y estar más que hacer

La Delegación Episcopal de Enseñanza celebra su XXXV Jornada Diocesana centrada en esta ocasión en el acompañamiento y en la llamada que el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, realizó en la presentación del Plan Diocesano Misionero: «Nada de lo humano nos puede ser ajeno»

Begoña Aragoneses
Foto: Valerio Merino

El profesor no es un mero transmisor de conocimientos. Primero es «acompañante de los niños, dando un testimonio y un estilo de ser persona compañera». Así lo explica Antonio Ávila, director del Instituto Superior de Pastoral de Madrid, que intervendrá este sábado, 7 de marzo, en la XXXV Jornada Diocesana de Enseñanza.

El experto en acompañamiento subraya que «acompañar es una actitud eminentemente cristiana que se ha dado desde siempre y que no ha necesitado ningún tipo de técnicas». Descendiendo al ámbito de la escuela, aboga por «desprofesionalizar el acompañamiento», porque no es hacer terapia y tampoco es dirección espiritual. Más que un hacer, es un estar –«amigable y servicialmente»– y un ser. Y esto supone una «actitud de atención y de escucha; tengo que estar con los sentidos abiertos para que esa forma de estar sea eficaz».

En el caso de los profesores, Ávila especifica que el acompañamiento se desarrolla en tres frentes igual de importantes: los propios compañeros-docentes, los niños y las familias. «Yo, como profesor –explica–, en primer lugar tengo que desarrollar actitudes de compañerismo con el resto del claustro. No soy un pegote». Y si se es profesor de Religión, una asignatura cuestionada por parte del espectro político, «lo más testimonial que podemos hacer los cristianos es no ser el profesor de una maría, sino establecer relaciones de sencillez, de amistad, de no estar de visita».

Ya dentro del aula, «el profesor intentará generar actitudes de fraternidad, de compañerismo, de atención a los más débiles», y «a partir de ahí vendrán los contenidos académicos». «Esto supone que, aparte de potenciar las actitudes en los chavales, yo debo estar atento a sus necesidades». Muchas de ellas, derivadas de situaciones complejas en las familias, a las que también hay que acompañar: «Hay muchas veces que en los alumnos se descubren comportamientos raros, que son reflejo de lo que está viviendo en ese momento en su familia».

Acompañamiento como contracultura

En una sociedad en la que cada vez se vive más superficialmente, marcada por el egocentrismo y el individualismo, «el acompañamiento es casi contracultural». El director del Instituto Superior de Pastoral explica que, etimológicamente, compañero viene del latín cum panis, que significa aquel con quien se comparte el pan; por tanto «esto no es algo que nos hemos inventado en el siglo XXI; ser compañero de camino debería ser lo natural para todo cristiano».

Sucede, sin embargo, que «lo que en otro tiempo era una actitud normal, hoy es una actitud profética porque, en esta sociedad cada vez más competitiva, con solidaridades más externas –como los voluntariados– y con relaciones más funcionales, hay dificultades serias de relaciones amigables profundas». A su juicio, el acompañamiento «debe partir de una actitud de amistad, de fraternidad, de servicio». Ser padre ya es ser acompañante en el proceso de crecimiento de los hijos. Y después, «acompañas a la gente en lo que puedes, eres hermano, eres el buen samaritano con el que está a la vera del camino, con el que necesita preguntarse quién es Dios o recibir educación; eres compañero».

En este sentido, el director del Instituto Superior de Pastoral destaca que «en el momento en que lo comunitario está, el acompañamiento es lo normal»; de ahí el hito que supuso el Concilio Vaticano II para la toma de conciencia de que «Iglesia somos todos, somos comunión y en este ámbito lo relacional es muy importante». Por eso «el catolicismo está haciendo un proceso inverso al de la sociedad: se ha pasado de una fe muy individualista a una fe comunitaria» mientras que en la sociedad es al revés. «Vamos contracorriente pero en fidelidad al proyecto de Jesús», concluye.

Participación del cardenal Osoro

La XXXV Jornada Diocesana de Enseñanza, organizada por la Delegación Episcopal de Enseñanza, se celebrará en el Seminario Conciliar, a partir de las 9:30 horas de este sábado, con el lema Acompañados y llamados a acompañar. Nada de lo humano nos puede ser ajeno. Estas palabras han sido tomadas del discurso con el que se dio inicio al Plan Misionero Diocesano el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, quien participará también en las jornadas con una ponencia sobre el tema.

Desde la delegación explican que «nos proponemos acompañar todas las situaciones personales y sociales que se viven en la actualidad, sin prejuicios ni descartes, acogiendo con la mirada de Dios todo lo humano». Asumen así la llamada que el Papa Francisco hace a la Iglesia en Evangelii gaudium a «contemplar, conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario».