El Papa reivindica el belén y la importancia de la contemplación frente a los ritmos frenéticos de hoy - Alfa y Omega

El Papa reivindica el belén y la importancia de la contemplación frente a los ritmos frenéticos de hoy

«Hacer el belén es celebrar la cercanía de Dios, es redescubrir que Dios es real, concreto, vivo y palpitante», ha explicado Francisco durante la audiencia general

José Calderero de Aldecoa
Foto: CNS

El nacimiento de Jesús en el pesebre sucedió hace más de 2000 años, pero «es más actual que nunca». Hoy en día, «se fabrican en el mundo tantas armas y tantas imágenes violentas que entran por los ojos y el corazón. El pesebre es, en cambio, una imagen artesanal de la paz. Por eso es un evangelio vivo», ha afirmado el Papa durante la audiencia general de este miércoles.

Por otro lado, el pesebre también posee para Francisco un mensaje elocuente para los ritmos de hoy. «A veces» son «frenéticos» y el pesebre «es una invitación a la contemplación. Nos recuerda la importancia de detenernos». Porque «solo cuando sabemos recogernos podemos acoger lo que cuenta en la vida. Solo si dejamos el estruendo del mundo fuera de nuestras casas nos abrimos a escuchar a Dios, que habla en silencio».

La segunda imagen elocuente de la que ha hablado el Pontífice ha sido la de un belén pequeño llamado “Dejemos descansar a mamá» y donde aparece la Virgen dormida y José con el niño tratando de que se durmiera. «Me la dieron ayer», ha asegurado el Santo Padre. «Es la ternura de una familia, de un matrimonio». Al igual que la Sagrada Familia, «cuántos de vosotros tienen que repartir la noche entre marido y mujer por el niño o la niña que llora, llora, llora, llora».

El nacimiento del festejado

Concretando más si cabe el mensaje del pesebre, el Papa se ha referido a los pocos días que quedan para Navidad y «mientras corremos para hacer los preparativos de la fiesta», ha preguntado durante la audiencia «¿Cómo me preparo para el nacimiento del festejado?» «Un modo sencillo pero eficaz de prepararse es hacer el belén», ha explicado.

Francisco ha pedido llevar el belén a los lugares de uno vive: casas, trabajos, hospitales, cárceles… En cada uno de esos contextos, «nos recuerda que Dios no permaneció invisible en el cielo, sino que vino a la tierra, se hizo hombre, un niño. Hacer el pesebre es celebrar la cercanía de Dios. Dios siempre estuvo cerca de su pueblo, pero cuando se encarnó y nació, estuvo muy cerca, muy cerca. Hacer el belén es celebrar la cercanía de Dios, es redescubrir que Dios es real, concreto, vivo y palpitante».

Y como lo tenemos tan cerca, «es bonito acercarse al pesebre y allí confiar nuestras vidas al Señor, hablarle de las personas y situaciones que nos importan, hacer con Él un balance del año que está llegando a su fin, compartir nuestras expectativas y preocupaciones». También «podemos invitar a la Sagrada Familia a nuestra casa, donde hay alegrías y preocupaciones, donde cada día nos levantamos, comemos y dormimos cerca de nuestros seres queridos. El pesebre es un evangelio doméstico», ha asegurado el Pontífice al final de la audiencia.