10 consejos para vivir la Pascua en el Año de la Misericordia
1. Al contrario que Santo Tomás, no exijas pruebas para creer. En todo caso pídele al Señor «creer para tener fe». No siempre las sensaciones son verdad y, a veces, lo oculto nos lleva a realidades superiores. Ten misericordia de los que te piden un margen de confianza.
2. Como los de Emaús ponte en camino pero, al contrario que ellos, no pierdas la esperanza. No pienses en aquello de «los tiempos pasados fueron mejores». El Señor camina junto a nosotros iluminando nuestro presente y nuestro futuro. Ten misericordia de los que quieren ir junto a ti y, tal vez, los dejas de lado.
3. Como María alégrate por la resurrección de Cristo. Recuerda que, lo que dices y haces, es un espejo de la fe que dices tener por dentro. Ten misericordia de los tristes y, con palabras y obras, que seas un payaso divino que anime tantas noches oscuras de personas sin norte ni destino. Ten misericordia de los corazones atravesados por diversas circunstancias que producen ansiedad o desasosiego.
4. Como las Santas Mujeres proclama, en este tiempo, que merece la pena ser cristiano. No te escondas, como lo hace la muerte, detrás de las losas de piedra. Sé valiente y –donde quiera que te encuentres- sé altavoz del amor divino y de la presencia de un Cristo resucitado. Ten misericordia de aquellos que nunca han oído hablar de Dios o, incluso, de aquellos a los cuales les molesta el escuchar su nombre.
5. Como los primeros cristianos no vivas sin la Misa de los domingos. El secreto de los grandes hombres no está precisamente en ser fuertes sino en buscar aquello que nos hace invencibles. La Eucaristía, la oración y la caridad van de la mano. El domingo es el reconstituyente y el punto de referencia de nuestra vida cristiana. Ten misericordia de un Señor que baja al altar por ti, que habla en la Palabra para ti y que abre su oído en ti.
6. Así como Dios se ofrece por y para nosotros sin ahorrar nada también nosotros tenemos una obligación moral de lanzarnos al mundo de las injusticias, falsedades, mentiras y tibiezas. Ten misericordia de las personas que padecen deslealtades, injurias, verdades a medias o que están clavadas en la suavidad del todo vale.
7. Demos gracias a Dios porque es bueno y, su misericordia, alcanza a toda la tierra. ¿Por qué algunos solo intentan que –el código civil- sea exclusivamente el orden y mando de nuestra sociedad? Que tu misericordia alcance y llegue donde, las leyes, o son demasiado permisivas o –tal vez- excesivamente crueles.
8. No pidas a Dios que te evite la cruz sino, en todo caso, que te dé fuerza para llevarla y luz para no confundirte cuando la soportas en tu camino. Ten misericordia de aquellas personas que no saben cómo llevar adelante sus problemas. El silencio no siempre es bueno. De vez en cuando hay que hablar y, sobre todo, arrimar el hombro para que la resurrección sea posible en aquellos que sólo ven muerte.
9. No pierdas la alegría ni el optimismo. La alegría es el traje del cristiano. De aquel que ha encontrado a Jesús y siente que, por dentro, hay mil razones para sonreír. No olvides de ejercer la misericordia de tu buen humor como cualidad de tu amor por los demás. A veces, una buena cara, distiende situaciones, acerca posturas y sana heridas.
10. Proclama de palabra, sentimiento y obra que la fe no es algo privado. Que en el ámbito de lo público también se necesitan otro tipo de mensajes como son el perdón, la fraternidad, el futuro, el cielo o la eternidad. Que tu misericordia sea algo tan sencillo como abrir tu corazón en aquellas situaciones que reclamen esperanza.