Yo a Ibiza y tú a Lampedusa
Animados por la diócesis y por la Plataforma Personas Refugiadas Cáceres, un grupo de solicitantes de asilo traslada su historia al teatro. Con gran éxito de crítica y público
Una patera con nigerianos que huyen de la guerra se extravía en el Mediterráneo y, en lugar de llegar a la isla de Lampedusa (Italia), termina en Ibiza. Esta es la sinopsis de Yo a Ibiza y tú a Lampedusa, que en clave de humor se inspira en la dura historia real de sus protagonistas. Como la de Camara Abdoullai, que huyó de Guinea Conacry para evitar correr la misma suerte que su padre y sus hermanos, todos asesinados. O la de su compatriota Stephen Mbadugha, cuyo crimen fue componer una canción crítica contra el Gobierno que se hizo viral, y también llegó en patera a las costas españolas. Ninguno de los siete integrantes del grupo había hecho teatro antes, salvo Marcos Yepes, que antes de huir de Venezuela era director de la Compañía Nacional de Danza, y ejerce de ayudante de dirección.
Concluida la representación, de unos 30 minutos, los actores bajan del escenario para conversar con el público. A alguno le ha costado mucho arrancarse a relatar episodios de especial dureza, como el de un hijo asesinado a su paso por Libia. Tras una treintena de representaciones en Extremadura, la compañía Resistance Teatro se prepara para visitar a principios de noviembre Madrid, con una actuación el día 1 en Rivas-Vaciamadrid y otras aún pendientes de confirmación.
El decano de la compañía en España (lleva tres años en el país), el camerunés Raymond Abucaire, cree que ha merecido la pena el esfuerzo «para que la gente sepa lo que hemos vivido». La obra tiene ya una segunda parte, Llegar es esperar, un drama centrado en las vivencias de estas personas en España y en la falta de oportunidades laborales.
Pura autobiografía. Raymond reside en una vivienda de la diócesis de Coria-Cáceres y vive de ayudas públicas, pero «eso no es lo que queremos», dice. «Somos jóvenes, lo que pedimos es un trabajo». «Nadie te da cursos de formación, y tienes que esperar muchos años para que te homologuen un título, si es que lo consigues». Entre sus compañeros de cartel, hay un antiguo empresario y un profesor universitario que domina cinco idiomas.
Raymond Abucaire terminó en Cáceres de la mano de una ONG que trabaja con solicitantes de asilo, cuyos métodos cuestiona entre otras cosas por su enfoque asistencialista y su rechazo a ofrecer a los usuarios cursos de formación profesional. Pronto entró en contacto con el sacerdote Ángel Martín Chapinal, delegado diocesano de Migraciones, que les animó a él y a otros jóvenes subsaharianos a asociarse para exponer sus quejas y defender eficazmente sus derechos. «Es importante que ellos mismos tengan una voz ante la sociedad», explica Martín en conversación con Alfa y Omega.
Firme convencido de la necesidad del asociacionismo, el delegado diocesano colabora habitualmente con grupos como la Plataforma Personas Refugiadas Cáceres. «La relación es muy estrecha, el Obispado nos deja colgar en su edificio pancartas que el Ayuntamiento, en ese momento del PP, no nos permite colgar», afirma un integrante de la entidad.
Miembro activo de la plataforma es el dramaturgo Marce Solís, que tuvo la idea de organizar el grupo de teatro. Escribió un primer borrador y, con las aportaciones de todos, elaboraron el guion definitivo. Más que de su situación personal, cuenta, les costó «hacer chistes sobre los tópicos de los españoles hacia los refugiados. Al principio les daba miedo, pensaban que eso iba a generar rechazo, pero el día del estreno se dieron cuenta de que esas partes eran con las que más se reía el público español».
Algo similar sucedió, en el tiempo de coloquio, con respecto a situaciones de discriminación que han sufrido en España por su condición de extranjeros. «Al principio no se atrevían a denunciar, e intentaban edulcorar sus relatos, pero el teatro les ha hecho perder el miedo y ahora son capaces de responder con una batería de datos y argumentos cada vez que les acusan de cosas como que han venido a quitarles el trabajo a los españoles». Fue así como dieron el paso de constituir oficialmente la Asociación Africanos Subsaharianos en Extremadura (Ébene). «De momento, no tenemos recursos, y al chico que viene no le podemos ayudar con dinero», reconoce Raymond Abucaire, el presidente. «Lo que sí podemos hacer es darle orientación, ayudarle a buscar vivienda, informarle de cursos, explicarle cómo sacarse la tarjeta sanitaria…». De cara a la población local, se organizan cursos de danza, percusión y distintas actividades relacionadas con la cultura africana, muy valoradas en una ciudad célebre por el festival de música étnica Womad.
La gira por Extremadura
El momento de gloria llegó tras la primera representación de Yo a Ibiza y tú a Lampedusa en el centro histórico de Cáceres, a invitación de la asociación de vecinos Ciudad Monumental. Su máximo responsable, Juan Carlos Honrado, destaca la importancia del asociacionismo para la integración de la población extranjera y la necesidad de «dar visibilidad a los problemas reales» de esta población, para así deshacer prejuicios que enturbien la convivencia.
Marce Solís agradece este tipo de apoyos. También han colaborado el Teatro Clásico de Cáceres y el Festival de Teatro de Mérida. Y en la gira extremeña de Resistance Teatro ha habido varias visitas a colegios e institutos. Aunque puestos a destacar, el dramaturgo y activista se queda con una reciente actuación en la cárcel. «Pensábamos que nos podíamos encontrar con una acogida hostil, porque estamos hablamos de personas en peor situación que ellos. Pero fue algo impresionante, increíble, con todo el mundo aplaudiendo y dándoles ánimos, una experiencia de solidaridad alucinante».