Willy y Alejandro serán ordenados por el Papa
Estos dos aspirantes al diaconado permanente recibirán el ministerio en Roma el próximo 23 de febrero
Willy Vargas y Alejandro de la Concha son dos de los cinco candidatos que iban a recibir el diaconado permanente este año en la diócesis de Madrid. Ya tenían fecha: el 14 de junio. Pero Dios quiso que estos hombres, cuyo proceso de discernimiento ha sido intenso, tuvieran la certeza de que Él los quería para su servicio llevándolos a la Ciudad Eterna unos meses antes de lo previsto. Son dos de los 50 hombres que el Papa Francisco ordenará diáconos permanentes el próximo 23 de febrero en Roma, en el Jubileo de los Diáconos. Su elección fue por sorteo, la sencillez de las grandezas de Dios. Lo propuso el obispo auxiliar Vicente Martín, visto que los cinco querían ir, pero para Madrid solo había dos plazas. «Esto lo va a decidir el Espíritu Santo», dijo. El primer nombre que salió fue el de Alejandro. «Debe de ser que como el año pasado me asaltaron las dudas, Dios me ha dicho: “Fíate ya, que soy yo el que lo estoy haciendo”», pensó nada más oír su nombre.
Alejandro se presentará en Roma con toda una vida de amistad con Él. Siendo joven se atrevió a preguntarse: «¿Por qué no sacerdote?». Hizo el Introductorio de entonces y el primer y segundo curso. Pero no era ese su camino. Le estaba esperando Marisa, cinco años de novios y 34 de casados. La propuesta del diaconado permanente le vino pasados los 50, de la mano de un amigo misionero javeriano. Y, entonces, Alejandro volvió a hacerse la misma pregunta de cuando era un chaval: «¿Y por qué no?». En 2020, en plena pandemia, empezó el Propedéutico. Marisa lo acompañó. «El diaconado no lo entiendo sin ella; el camino de fe lo hacemos juntos».
Viajará a Roma, recién cumplidos los 60, acompañado de once personas de su comunidad de fe —de la parroquia Epifanía del Señor, con la que lleva caminando casi 40 años— y, por supuesto, de su familia: su esposa; sus hijos Belén (30 años) y Alejandro (28 años), su hermano pequeño y el novio de Belén. También se llevará en el corazón a los 116 compañeros del instituto donde es profesor de Religión. Cuando la directora dijo en una reunión del claustro que se iba a Roma a ser ordenado diácono permanente por el Papa, comenzaron a aplaudir. Muchos fueron después a preguntarle qué era eso de ser diácono permanente. «La gente puede que no sea creyente, pero se alegraron conmigo».
El de Willy fue el segundo nombre que salió en el sorteo. Su historia es la de un joven que, «siguiendo a una muchacha», decidió entrar en una iglesia, él que no era creyente. La chica se fue, «pero yo me quedé». Que llegó a España de su Perú natal hace 20 años «de rebote», porque lo hizo en el lugar de su hermano. Que se dejó imbuir del carisma de la madre Teresa de Calcuta y trabaja y vive para «los más pobres de los pobres». Y que llevaba más de un año pidiéndole a Dios que si el ser diácono permanente era un empeño suyo y no de Él, se lo quitara de en medio. Todo lo contrario.
Al poco de llegar a España, en la casa de las Misioneras de la Caridad del paseo de la Ermita del Santo conoció a Lourdes, su esposa, con quien se casó en 2012 y tiene tres hijos, y también a Paco (Francisco José García-Roca), ya diácono permanente de la diócesis de Madrid. No había oído mucho hablar del diaconado permanente Willy, y tampoco le interesaba demasiado. Pero Paco le buscaba, le contaba, le seguía buscando, hasta que, en 2017, durante una de sus conversaciones, el Señor tocó la tecla. Fue cuando Paco se refirió al diaconado como «un servicio a la Iglesia y un servicio a los demás; como una caridad andante».
«Tú, Willy», le dijo el obispo auxiliar después de leer el segundo papelito con su nombre, en el citado sorteo. En ese momento él, después de la prueba, se rindió por completo: «Señor, esto es lo que tú quieres». Ahora, «lo único que sé es que no le puedo decir que no al Señor y quiero hacer su voluntad; Él pelea por ti y, si tú te dejas llevar, te da sorpresas».