Vivir de la Resurrección - Alfa y Omega

Vivir de la Resurrección

Sábado de la Octava de Pascua / Marcos 16, 9-15

Carlos Pérez Laporta
Cristo Resucitado se aparece a los apóstoles. Duccio di Buonisegna. Museo dell’Opera del Duomo, Siena (Italia).

Evangelio: Marcos 16, 9-15

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.

Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.

Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.

Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo:

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».

Comentario

Los discípulos no creían a los testigos de la resurrección de Cristo. Él «les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado». Pero Él, que ha resucitado con su mismo sentido del humor, para poner remedio a dicha incredulidad, les hace a ellos mismos testigos, y no solo a todas las gentes incrédulas, sino a toda la creación: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». Los que eran incrédulos ahora tienen que llegar a testimoniar de manera creíble para las gentes de todo el mundo, pero también para todo lo creado. ¡Hasta para las piedras!

Él ya había anunciado que incluso las piedras estaban dispuestas a creer: «Os digo que si estos callan gritarán las piedras» (Lc 19, 40). Porque «la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto» (Rm 8, 22). Todos los hombres y todas las criaturas tienen sed del Dios vivo que habita en Cristo. En todas las cosas se anuncia la venida de Cristo que se espera, como decía Orígenes, «todas las cosas están llenas de ángeles».

Y las cosas llegan a participar de la Resurrección cuando el hombre vive en ellas y se sirve de ellas con el gozo de la Resurrección. Cuando en un hogar se vive de la Resurrección, se percibe en cada estancia, en cada imagen. Y lo mismo ocurre con la credibilidad ante los hombres: creerán cuando tengamos cara de resucitados, como ya dijo Nietzsche.