Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre - Alfa y Omega

Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre

Viernes de la 25ª semana del tiempo ordinario. Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael / Juan 1, 47-51

Carlos Pérez Laporta
Los tres Arcángeles y Tobías. Francesco Botticini. Galeria degli Uffizi, Florencia (Italia)

Evangelio: Juan 1, 47-51

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:

«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Natanael le contesta:

«¿De qué me conoces?».

Jesús le responde:

«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Natanael respondió:

«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel» Jesús le contestó:

«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió:

«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Comentario

Cuando pensamos en un ángel en seguida nos viene a la cabeza la imagen de un ser alado con forma humana. Si nos paramos a pensar un poco más, esa apariencia se va deshaciendo: ¿no son seres espirituales? Por tanto, no tienen cuerpo. Ni forma humana ni alas. Sin embargo, esa primera imagen inocente representa algo hondo y verdadero.

Por un lado, la forma humana emparenta a los ángeles con nosotros, los hace cercanos. Esa forma humana proyectada sobre ellos implica que podemos relacionarnos con ellos, porque tienen un modo de ser semejante. Lo mismo ocurre cuando representamos a Dios con forma humana también: la humanización de Dios puede reducirlo de forma equivocada si se considera que Dios es solo humano; pero nos lo muestra de forma adecuada si es una representación de su relación con nosotros. De hecho, Dios se ha hecho hombre, y esa humanidad suya puede representar su divinidad: sin poder ser reducido ella, el misterio insondable de Dios se relaciona con el hombre, se puede hablar con Dios y estar con Él.

Lo mismo ocurre, entonces, con los ángeles. Pero en un modo distinto, y de ahí las alas. Jesús lo tiene en cuenta en el evangelio de hoy: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre». Las alas representan esa agitación de arriba a abajo, y de abajo arriba. Esa relación de los hombres con los ángeles consiste en esa agilidad para bajar y subir del cielo: los ángeles pone en en comunicación permanente nuestro mundo con Dios; gracias al hijo del hombre, la distancia entre el cielo y la tierra se ha llenado de ángeles. Los arcángeles nos ponen en relación con Dios en situaciones concretas: Rafael en momentos de enfermedad; Gabriel en el descubrimiento y continuación de nuestra vocación; Miguel en nuestra lucha contra el Diablo.