Urbi et orbi: «La gente no quiere armas sino pan» - Alfa y Omega

Urbi et orbi: «La gente no quiere armas sino pan»

El Papa arremete contra la industria armamentística y anima a los ciudadanos a que se informen sobre cuánto gastan sus gobiernos en armamento

Ángeles Conde Mir
Francisco saluda a los fieles y peregrinos en la plaza tras la bendición 'urbi et orbi' de Navidad
Francisco saluda a los fieles y peregrinos en la plaza tras la bendición urbi et orbi de Navidad. Foto: CNS photo / Lola Gómez.

En la bendición urbi et orbi de Navidad Francisco ha invitado a fijar la mirada en Belén, «donde en estos días reinan el dolor y el silencio». Pese a esto, el Papa ha puesto de relieve «la confianza y la esperanza de saber que el Señor nació por nosotros; que la Palabra eterna del Padre, el Dios infinito, puso su morada entre nosotros; que se hizo carne, vino “y habitó entre nosotros”. ¡Esta es la noticia que cambia el curso de la historia!», ha exclamado desde el balcón de la Logia central de la basílica de San Pedro.

Ha asegurado que la alegría del nacimiento del Niño no es la felicidad pasajera del mundo, sino una alegría «que nos hace grandes». Aunque seamos seres limitados esta es una alegría que nos permite «abrazar la certeza de una esperanza inaudita: la de haber nacido para el cielo». El Papa ha asegurado que, incluso en medio de las tinieblas, «hoy prevalece la luz de Dios».

Las intrigas del mal se oponen a la luz divina

Ha nacido el Príncipe de la Paz que se opone al Príncipe de este mundo que siembra muerte. El Papa ha recordado que este obra en Belén cuando sucede la matanza de los inocentes tras el nacimiento de Jesús. Por ello, ha lamentado las «matanzas de inocentes en el mundo: en el vientre materno, en las rutas de los desesperados que buscan esperanza, en las vidas de tantos niños cuya infancia está destrozada por la guerra. Son los pequeños Jesús de hoy».

Ha explicado que decir que a Cristo, el Príncipe de la paz, significa decir no a la guerra, que es «un viaje sin meta, una derrota sin vencedores, una locura sin excusas, esto es la guerra». Pero es, sobre todo, decir no a las armas: «Porque si el hombre, cuyo corazón es inestable y está herido, encuentra instrumentos de muerte entre sus manos, antes o después los usará. ¿Y cómo se puede hablar de paz si la producción, la venta y el comercio de armas aumentan? Hoy, como en el tiempo de Herodes, las intrigas del mal, que se oponen a la luz divina, se mueven a la sombra de la hipocresía y del ocultamiento. ¡Cuántas masacres debidas a las armas ocurren en un silencio ensordecedor, a escondidas de todos! La gente, que no quiere armas sino pan, que le cuesta seguir adelante y pide paz, ignora cuántos fondos públicos se destinan a los armamentos. ¡Y, sin embargo, deberían saberlo! Que se hable sobre esto, que se escriba sobre esto, para que se conozcan los intereses y los beneficios que mueven los hilos de las guerras».

Paz entre Israel y Palestina

Tras este alegato, Francisco ha invitado a trabajar realmente por la paz y ha recordado algunos de los lugares del mundo donde falta. Por supuesto, Israel y Palestina con un pensamiento especial a la parroquia de Gaza. Además, ha reconocido que lleva «en el corazón el dolor por las víctimas del execrable ataque del pasado 7 de octubre». A continuación, ha insistido una vez más en la liberación inmediata de los rehenes. «Suplico que cesen las operaciones militares, con sus dramáticas consecuencias de víctimas civiles inocentes, y que se remedie la desesperada situación humanitaria permitiendo la llegada de ayuda», ha añadido. Sobre la cuestión palestina, ha pedido que se encuentre una solución por medio del diálogo con ayuda de la comunidad internacional para que no se siga alimentando el odio.

El Santo Padre ha recorrido otros lugares del planeta marcados por la guerra como Ucrania, Yemen o Siria. Y sin salir de Oriente Medio ha recordado especialmente al pueblo libanés, que no levanta cabeza. Ha pedido una paz definitiva entre Armenia y Azerbaiyán: «Que se favorezca la puesta en marcha de las iniciativas humanitarias, el regreso de los desplazados a sus hogares de manera legal y segura, y el respeto mutuo de las tradiciones religiosas y de los lugares de culto de cada comunidad».

También ha mostrado su preocupación por la violencia en el Sahel, el Cuerno de África y Sudán, Camerún, República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Y en Asia, ha deseado que se pacifique la península coreana. Para su continente, América Latina, ha invitado a «hallar soluciones idóneas que lleven a superar las disensiones sociales y políticas, a luchar contra las formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas, a resolver las desigualdades y a afrontar el doloroso fenómeno de las migraciones».

Recordando a los últimos y descartados, el Papa ha destacado que «el Niño nos pide que seamos voz de los que no tienen voz: voz de los inocentes, muertos por falta de agua y de pan; voz de los que no logran encontrar trabajo o lo han perdido; voz de los que se ven obligados a huir de la propia patria en busca de un futuro mejor, arriesgando la vida en viajes extenuantes y a merced de traficantes sin escrúpulos».

Por último, ha animado a preparar el Jubileo de 2025 con la oración «para decir no a la guerra y a la paz» y para pensar en los menos afortunados.