Urbi et orbi: el Papa pide diálogo y paz para un mundo lleno de tragedias que «se pasan por alto» - Alfa y Omega

Urbi et orbi: el Papa pide diálogo y paz para un mundo lleno de tragedias que «se pasan por alto»

«Corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor de nuestros hermanos», ha dicho Francisco al referirse a la situación de países como Siria, Irak, Myanmar, Yemen, Sudán o Ucrania

Redacción
El Papa Francisco saluda a los fieles desde el balcón central de la basílica de San Pedro. Foto: CNS / Paul Haring

De nuevo asomado a la logia central de la basílica de San Pedro, tras la ausencia del año pasado por la pandemia, el Papa Francisco ha golpeado este de nuevo las conciencias con un mensaje en la tradicional bendición urbi et orbi en el que ha asegurado que «nos hemos habituado a que las inmensas tragedias se pasen por alto» y que «corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas».

Ante miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro, a pesar de la situación epidemiológica en Italia, el Pontífice ha afirmado, además, que en este tiempo de pandemia «se refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a colaborar», informa EFE.

Pero lamentó que esto también se observa «en el ámbito internacional», donde «existe el riesgo de no querer dialogar, el riesgo de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo; pero son estos, en realidad, los únicos que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos».

En este sentido, ha reconocido que todavía existen «muchos conflictos, crisis y contradicciones» que «parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidos». «Nos hemos habituado de tal manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas», criticó.

Siria, Irak, Yemen, Myanmar…

Y como es habitual en sus mensajes durante la bendición urbi et orbi, ha enumerado los conflictos en el mundo. En primer lugar, se ha referido a Siria, que vive «vive una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados». Ha seguido con Irak, «que después de un largo conflicto todavía tiene dificultad para levantarse», y Yemen «donde una enorme tragedia, olvidada por todos, se está perpetrando en silencio desde hace años, provocando muertos cada día».

También ha recordado las «continuas tensiones entre israelíes y palestinos que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores» y ha hablado de Belén, sumida en una grave crisis económica provocada por la pandemia «que impide a los peregrinos llegar a Tierra Santa», y Líbano, «que sufre una crisis sin precedentes con condiciones económicas y sociales muy preocupantes».

Ante los fieles en la plaza de San Pedro en una jornada de incesante lluvia, Francisco ha pedido «al Niño que acaba de nacer» que «conceda de paz y concordia a Oriente Medio y al mundo entero». También que sostenga «a todos los que están comprometidos en la asistencia humanitaria a las poblaciones que se ven forzadas a huir de su patria» y «consuele al pueblo afgano, que desde hace más de 40 años es duramente probado por conflictos».

Del mismo modo, se ha referido a Myanmar, Ucrania, Etiopía, la región de Sahel, norte de África y Sudán y Sudán del Sur para proponer un camino de paz y reconciliación.

Migrantes, víctimas de la violencia y de abusos, enfermos…

Con todo, el Papa ha instado a todos no ser indiferentes ante el drama de los migrantes, desplazados y refugiados. «Sus ojos nos piden que no miremos para otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas», ha concluido.

Asimismo, ha pedido que el nacimiento de Jesús conforte «a las víctimas de la violencia contra las mujeres que se difunde en este tiempo de pandemia», dé «esperanza a los niños y adolescentes víctimas de intimidación y de abusos» y consuele a los ancianos, «sobre todo a los que se encuentran más solos». También ha recordado a las familias y a los enfermos.