Una vida que se comunica, una búsqueda de la verdad - Alfa y Omega

Una vida que se comunica, una búsqueda de la verdad

¿Qué va a quedar, para el futuro, de estos días tan intensos? Y ahora, ¿qué retos se abren para la Iglesia en España? ¿Por qué tres Viajes de Benedicto XVI a España, en sólo 6 años de pontificado? Debaten sobre éstos y otros temas personas prestigiosas, que, desde uno u otro ámbito, han vivido en primera línea estos días, que seguramente marcarán un antes y un después para la Iglesia en España

Redacción

La Redacción de Alfa y Omega acogió, el miércoles 24 de agosto, todavía en caliente, un debate, con el fin de desgranar los aspectos esenciales de la JMJ. Intervinieron María del Rosario Sáez Yuguero, rectora de la Universidad Católica de Ávila; Benigno Blanco, presidente del Foro Español de la Familia; Rafael Navarro-Valls, catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid y Secretario General de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación; José Luis Restán, director editorial y adjunto al presidente de la Cadena COPE; Ignacio Sánchez Cámara, catedrático de Filosofía del Derecho, de la Universidad de La Coruña; y José Francisco Serrano, decano de la Facultad de Humanidades y Comunicación, de la Universidad CEU-San Pablo y ex Redactor Jefe de Alfa y Omega. Modera el director de este semanario:

Miguel Ángel Velasco: ¿Qué valoración hacéis de la Jornada?

Rafael Navarro-Valls: El primer ingrediente de la fórmula magistral que ha caracterizado la JMJ de Madrid ha sido la búsqueda de la verdad, en la que tanto insiste Benedicto XVI; el segundo, la alegría, no sólo por el carácter ruidoso de los españoles, sino por la alegría de los peregrinos. Y en tercer lugar, ha llamado la atención la fraternidad, el ambiente de familia: si esa tormenta durante la Vigilia de Cuatro Vientos, tras temperaturas de 40 grados, ocurre con dos millones de jóvenes oyendo rock, tenemos una estampida mortal. En cuanto a cómo sería la acogida por parte de la ciudad, yo era muy escéptico, pero Madrid aparcó su cinismo ante el contacto con estos jóvenes.

Ahora, empieza otra fase de esta JMJ. Se han despertado ya vocaciones, pero comienza ahora, más bien, una revolución silenciosa, y creo que eso es lo que el Papa tiene en su mente: el impulso de las minorías creativas, en un mundo muy escaso de recursos morales. De aquí va a surgir una minoría creativa que se expandirá como la sal por todo el mundo, poco a poco. Dios actúa en el silencio: el crecimiento silencioso es la minoría creativa, el joven que lucha por ser santo… Son como la piedra que cae en el lago y va alterando el ecosistema moral de una nación… Ahora, los pastores deben pensar, con humildad, que hay que rezar más y seguir el ejemplo del Papa; que hay que ser más exigentes, empezando por uno mismo; y que la evangelización es un problema de cuerpo a cuerpo. El apostolado es así.

Benigno Blanco: A mí me alegró constatar que venía más gente a la convocatoria de Benedicto XVI de la que iba a las convocatorias de Juan Pablo II. Esto quiere decir que las primeras JMJ van dando sus frutos, y que el proceso va in crescendo. Supongo que muchos de los sacerdotes que venían con chavales jóvenes descubrieron su vocación en las JMJ iniciales, y que muchos de los jóvenes eran hijos de aquellos chicos que decidieron tomarse en serio su matrimonio en las primeras JMJ. Dicho esto, el signo más distintivo de la JMJ de Madrid -no porque esto no se diera en las anteriores, sino por el acento que se le ha dado- ha sido la piedad sin más: la imagen de los confesionarios del Retiro, o la adoración al Señor en la custodia, en Cuatro Vientos, creo que son esenciales. Nos hemos centrado directamente en lo importante, sin ninguna parafernalia exterior. También ha hecho eso el Papa en sus discursos. Más allá del matiz de cada intervención, según a quién iba dirigida, en todas ellas aparecían claramente dos temas, como propuestas a los jóvenes: la santidad y el apostolado.

María del Rosario Sáez Yuguero: A mí también me impresionó mucho el acento del Papa en la llamada a la santidad, así como la importancia que se ha dado al sacramento de la Penitencia, y su petición a los jóvenes de que sean testigos alegres del Evangelio. Esto es algo fundamental en un mundo necesitado de alegría y esperanza. Y destacaría el discurso a los profesores universitarios. Cuando voy a algunas reuniones de Rectores o de profesores, la sensación que me produce, a menudo, es que parece que la universidad tiene que dar una solución a la crisis económica, y que estamos para formar buenos profesionales y técnicos. Pero el Papa dijo claramente que la Universidad debe ser más que eso.

He vivido momentos de esta Jornada con 400 chicas, fundamentalmente de Sudamérica y Alemania, y se ve cómo Dios sigue llamando. Ahora, el reto para los obispos, sacerdotes, educadores… es acompañar a todos esos jóvenes.

En el Congreso de Universidades Católicas previo a la JMJ, que celebramos en Ávila, con 600 inscritos de 160 universidades procedentes de 40 países, se plantearon cuestiones muy interesantes, como que hay que crear una cultura católica: no es suficiente con que en las universidades católicas tengamos una pastoral bien organizada, o que enseñemos Ética, Antropología cristiana o Doctrina social de la Iglesia, si luego, en el resto de las materias, no hacemos una reflexión sobre cómo se están enseñando. Y se subrayó mucho también la importancia del testimonio del profesorado.

José Luis Restán: El primer rasgo que yo destacaría, como sensación personal, es la sorpresa. Y lo digo sinceramente. He escuchado a mucha gente decir que ya se esperaban este éxito. Yo no. Que iba a salir más o menos bien, todos confiábamos en ello. Pero lo que ha pasado es distinto. Y si uno lo analiza desde un punto de vista puramente empírico, desde un plano sociológico, las cuentas no salen. Dejando a un lado las propias debilidades internas de la Iglesia, llevamos en España ocho años de machaque cultural e ideológico contra el catolicismo, y no me refiero solamente a las legislaciones del Gobierno, sino también a las series de televisión, o a la hostilidad latente contra el catolicismo, que incluso emergió en la JMJ (siendo todo lo minoritaria que se quiera, se abrió paso en las portadas de los periódicos, y tuvo una dimensión como nunca antes en la historia de las JMJ). Y, de pronto, te encuentras con una afluencia masiva de jóvenes, y ¡de qué calidad! Es imposible que surjan de la nada esos cientos de miles de chavales, con esa calidad en la escucha, en el orden, en la espera, en el tipo de comunión, en el tipo de relación… Mi impresión fue: la Iglesia está viva. Esto no significa caer en el triunfalismo, ni decir que ya todo está resuelto, pero la Iglesia está viva, y pensábamos que estaba poco menos que moribunda.

Me parece también importante subrayar el hecho de que quien ha convocado es el Papa. Es una parte fundamental del éxito de la JMJ, que nos hace pensar que Pedro sigue teniendo ese ministerio profético, específico, para sorpresa del mundo, incluso cuando ese ministerio ha sido objeto de duras críticas, fuera y dentro de la Iglesia. Convoca también Benedicto XVI, de quien todos nos preguntábamos, en un primer momento, si este Papa intelectual, mucho más contenido que Juan Pablo II, sería capaz de mantener una interlocución viva con los jóvenes. Y hemos visto que sí, e incluso que las JMJ han ido in crescendo. De su magisterio, ha vuelto a emerger en la JMJ una constante, que es la racionalidad de la fe. La fe no es un sentimentalismo, ni un moralismo; es la respuesta a la búsqueda de la verdad del hombre, con todo lo que eso conlleva. Por tanto, tiene una estructura racional, y tiene capacidad de ser interlocutora del hombre que busca, aunque no sea creyente.

José Francisco Serrano: Decía Guardini que la Iglesia despierta en las almas. A mí me da la impresión de que hemos sentido un escalofrío de fe, de esperanza y de caridad. Lo hemos sentido quienes pertenecemos a la Iglesia, pero también lo ha sentido la sociedad y el mundo de la política que ha mirado con ojos limpios este acontecimiento. Quien ha visto lo que ha ocurrido sabe que la fe es verdad, y que la fe de los jóvenes es verdadera.

Y destacaría además que, frente a la tentación del cristianismo del reduccionismo, de aminorarnos…, todas las invitaciones del Papa a los jóvenes se refieren a la obligación de buscar la verdad, a la exigencia de la santidad… Son altos ideales. El Papa llama también al duc in altum, a remar mar adentro en la sociedad. Por cierto, hay quien hablaba de exhibición de fuerza de la Iglesia. La clave no es la fuerza o la debilidad, sino la presencia o la ausencia.

Y hay otra cuestión: quien está enferma es la sociedad y la cultura; quien está viva es la Iglesia, porque la Iglesia, como decía De Lubac, más que institución, es una vida que se comunica. Y lo que hemos vivido en las Jornadas es una vida que se ha comunicado, que se ha presentado tal cual es. De manera muy visible y muy concreta. El Papa nos ha metido en la dinámica de la vida y de lo concreto. Ojo, porque una de las otras grandes tentaciones del cristianismo en la historia presente, a la que nos ha llevado la Ilustración, ha sido la abstracción. La abstracción divide, lo concreto une. Por eso, la Eucaristía es lo que más une en la vida de los cristianos.

Ignacio Sánchez Cámara: Estoy de acuerdo en que, si no se apela a algo sobrenatural, es difícil entender lo que ha pasado, porque las circunstancias no son las más favorables; porque parece un milagro que se pueda reunir a tantos jóvenes con ese fervor y entusiasmo. Y esto es lo que me parece esencial. A partir de ahí, tenemos que hablar del mensaje que se transmite y de cómo se recibe. Realmente, sólo si es verdad el mensaje, se puede entender lo que ha sucedido. Pero incluso diría algo más: el simple hecho de proponer a los jóvenes una concepción de la vida en la que ésta tiene sentido, una concepción llena de esperanza, ya es una ventaja, frente a las que niegan eso. Lo vemos en la alegría de los jóvenes. Si lo que se propone entusiasma, porque dota de sentido la vida y mueve a la acción, es acogido con alegría. Hay una diferencia abismal entre la juventud que vemos triste y la alegre, sin ser maniqueo. Esa alegría me parece esencial. Sin parodiar la célebre frase evangélica, diría que la verdad nos hace libres, pero también alegres.

Mencionaría también el discurso al mundo universitario, que me pareció de enorme importancia; primero, porque hay que acabar con el acomplejamiento de los católicos en la universidad. Hay que ser conscientes de que nos desenvolvemos en un ambiente fundamentalmente hostil, pero sin tener miedo de eso. El reto para el cristianismo hoy ya no es el diálogo con el marxismo o con el psicoanálisis, sino con la ciencia; y, en ese sentido, si el cristianismo es verdad, no debe temer nada de la ciencia.

Un momento de la Mesa redonda en la Redacción de Alfa y Omega

Eclosión de fe en España

M. A. V.: En una España, en la que parecía que era obligado decir que la fe era una cosa íntima y en retirada, de pronto hemos visto una explosión de naturalidad en la religiosidad…

R. N. V.: Cierto. En un contexto en el que se produce ese intento de volver a meter a Jonás en el buche de la ballena, efectivamente se ha producido una explosión ante la mirada, yo diría un poco inquietada, de algunos. Es una manifestación más de que el siglo XXI va a ser el siglo de Dios. ¿Por qué? Ante esta eclosión de fe, ante esta presencia alegre, a muchos se les suscitan ahora preguntas, porque la gente se ha cansado de fórmulas que llevan a callejones sin salida.

J. F. S.: Algunos se han empeñado a fondo, durante muchos años, en un proceso de secularización de la sociedad. Han visto ahora que les ha salido mal la jugada, pero no han sabido hacer un reconocimiento explícito de que su proyecto no es todo lo que determina la sociedad española. Benedicto XVI, de hecho, ha planteado en Madrid un programa de ciudadanía para los españoles, no sólo de cristianía. Decía el Papa en su despedida: «España es una gran nación que, en una convivencia sanamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica». Y esto es lo que se ha demostrado. Mientras tanto, sin embargo, algunos siguen apelando a esa juventud del 68, y no se dan cuenta de que ya no existe.

B. B.: Es que esos jóvenes del 68 son los que mandan ahora. Están en la cumbre de su poder generacional, económico, intelectual, periodístico… Por eso están las cosas como están. Y frente a ellos, tenemos una juventud estupenda: no porque sean más santos, o tengan menos hormonas que nosotros, sino porque no están tan ideologizados como estábamos nosotros. Muchos jóvenes tenían antes un credo ideológico marxista, que les hacía insensibles a la realidad, a los hechos. Hoy los chavales están abiertos a las propuestas que sea. Y creo que por eso estamos viendo esa efervescencia de cosas buenas y también de cosas malas. De ahí la importancia de la JMJ. El gran problema de los jóvenes de hoy en día es que, estando abiertos a propuestas, nadie les cuenta la verdad: ni sus padres, ni sus profesores, ni por supuesto la tele. La JMJ es, por eso, una gran ocasión. Muchos jóvenes ven simplemente la cara de sonrisa de otros jóvenes, sin más. Y piensan: Ése tío es feliz. Yo quiero ser como él. Eso en el mundo juvenil es fundamental. La sonrisa de los chicos de la JMJ en la calle tiene una eficacia revolucionaria, aunque ellos no se den cuenta.

Y ahora, ¿qué?

M.A.V.: La JMJ ha sido un éxito. Y ahora, ¿qué?

J. L. R.: Lo que surge es una grandísima responsabilidad, desde el punto de vista educativo de la Iglesia: ¿qué propuesta se les va a hacer a esos chavales que acaba de describir Benigno, que están abiertos a propuestas, que son esponjas…? Hoy no prima el binomio verdad-justicia. El binomio decisivo es libertad-felicidad. Los grandes mitos -lo digo en sentido positivo- son ésos, y ahí es donde se juega la capacidad de la fe de demostrar que realmente responde al ansia de libertad (frente a quienes la presentan como enemiga de la libertad), y como cumplimiento de la felicidad -cuando algunos dicen que los creyentes son personas amargadas que han renunciado al placer, etc.-.

Nos la jugamos en el plano de la razón, porque una fe que sea endeble en su dimensión racional, por lo menos en el debate público de Occidente, no puede sobrevivir. Pero nos la jugamos también en el ámbito de la afectividad, porque debemos mostrar a los jóvenes que la fe les permite vivir su dimensión afectiva mejor, más humanamente que si viven según otras propuestas que se les plantean…

Se han mostrado imágenes tremendas en la tele, con motivo de estos chavales que han fallecido en una fiesta rave, en Getafe. Era un contrapunto brutal, respecto a lo que sucedía, aquel mismo día, en Cuatro Vientos. Eso era una bacanal: tíos desnudos, sudados, gritando, bebiendo… Y dos muertos. Sería una tontería trazar una división entre chicos buenos y malos. No se trata de eso. Pero sí de que hay chavales que han tenido una propuesta y un itinerario que les ha permitido ir generando una personalidad fuerte, capaz de afrontar la vida, con sus dificultades, y chavales que son presa de todo, de todo lo malo. Buscan la felicidad y buscan el infinito y buscan el placer a tope, en el mínimo tiempo posible, y acaban fundidos.

B. B.: Hay otra diferencia entre los jóvenes de hoy y los de hace unas generaciones: nosotros no habíamos visto a dónde llevan otros modelos de vida, y era más fácil creer que la libertad sexual, el alcohol, la droga… llevaban a la felicidad. Hoy día, los jóvenes han visto muchas vidas destrozadas, empezando por las de sus padres. Y eso es ya una referencia. Los mitos te los dejas de creer cuando es evidente que no funcionan. Es lo que ocurrió con la gran mentira del comunismo; se vio ya que no era un problema ideológico, sino de que la vida bajo ese régimen era un asco. Empieza a pasar algo similar en Occidente, de alguna manera. Hay demasiada vida fracasada en generaciones anteriores que provoca rechazo en los jóvenes, y eso les lleva a buscar otras cosas.

Me contaba hace un tiempo un joven, que es un guaperas, que había una chica en clase que se le estaba insinuando. Le acosaba tanto, que él se vio obligado a explicarle por qué no se iba a acostar con ella. Y no sé qué le diría, pero su reacción fue decirle: «Mira, no entiendo una palabra de lo que me dices, pero seguro que vas a ser muy feliz viviendo así como dices». Hasta una chiquilla desnortada, cuando le hablan de esa manera, con convicción, dice: ¡Qué bien suena eso!

M. A. V.: ¿Por qué pensáis que ha venido tres veces el Papa a España? ¿Es casualidad?

I. S. C.: La misma España que hace cuatro siglos estaba a la vanguardia intelectual y teológica, hoy se ha convertido, sin ser pesimistas, en tierra de evangelización. Y uno de los lugares en los que la legislación ha ido más rápidamente en contra de la concepción cristiana del mundo.

R. N. V.: No se trata sólo de España. Somos todo un caleidoscopio, donde se miran desde Río Grande, a la Patagonia. Lo que se envía a las ondas desde aquí, es lo que se coge en Iberoamérica.

M. R. S. Y.: No es casual que el Papa haya venido tres veces. Además de lo dicho, pienso que el Papa tiene una gran esperanza en nosotros. Porque aquí hay unas hondas raíces cristianas. Hay una religiosidad popular tremenda. Es verdad que estamos sometidos a un laicismo beligerante, probablemente mucho más radical que en el resto de Europa, pero las raíces son fuertes.

B. B.: También tengo la sensación de que el Papa tiene más confianza en la Iglesia en España que nosotros mismos. Aquí hay unos veneros de religiosidad, de creatividad espiritual… En Santiago, se refirió al siglo XVI, un momento muy complicado para la Iglesia, en el que España dio al mundo una pléyade de grandes santos (san Ignacio, santa Teresa, etc.) Pero el Papa también destacó que, en las últimas décadas, han surgido aquí nuevas realidades eclesiales de gran proyección espiritual -pensemos en el Opus Dei, en el Camino Neocatecumenal…-.

En España, el movimiento familiar y pro vida tiene más fuerza que en cualquier otro lugar de Europa, con diferencia. Estaremos muy acosados, seremos una minoría creativa…, pero eso no existe en otro lado. Ni tampoco esa red de instituciones educativas católicas. Creo que aquí hay una fuerza y un potencial no sólo para Iberoamérica, sino también para ser punta de lanza en Europa.

J. L. R.: Estando de acuerdo con lo que habéis dicho, insinúo tres cosas que veo necesarias par el futuro: primero, creo que una preocupación pastoral evidente debe ser crear comunidades vivas con una capacidad educativa: comunidades vivas -no meramente formales-, donde se experimenten todas las dimensiones de la fe (la cultural, la caritativa, la misionera, etc.), que tengan capacidad educativa, ya que, de lo contrario, no volverán los chavales que hemos visto a la próxima JMJ.

La segunda es la recuperación de la religiosidad, que está censurada en la sociedad española. La dimensión religiosa del hombre es lo que nos permite el diálogo con todos, no la afirmación directa del Credo, sino el hecho de que el hombre busca la verdad, y así reconoce que él no es Dios, ni tampoco es Dios el Estado ni ninguna institución. Cuando el Papa dijo esto en Madrid, algunos protestaron: ¡Ataca a los ateos! Y es al revés: fundamenta el sistema de libertades. Recuperar la dimensión religiosa significa reconocer esto, y permitir también que la dimensión religiosa del hombre se manifieste siempre de un modo natural. Ante algunas tragedias en España, es curioso cómo lo religioso es sistemáticamente censurado en determinados ámbitos. Llama la atención comparar con hechos similares en otros países.

Y hay un último punto, que es el encontronazo entre fe y secularismo, que el Papa querría superar, porque piensa que así concluye la modernidad: que la fe vuelva a ser capaz de dialogar con el mundo laico. Pero en España esto resulta más difícil. Hay una franja intelectual que piensa que el catolicismo es un factor esencialmente retardatario, que impide el progreso, y que además es totalitario. Creen que si ahora somos tolerantes es porque no tenemos otra posibilidad, pero si pudiéramos, impondríamos a todos nuestro modo de vivir… Eso no se ha desarraigado de la mente de una franja que, además, ahora mismo, tiene una capacidad de influencia social enorme.

I. S. C.: Yo mencionaría este otro punto: hay un empeño ideológico por controlar la sociedad. Ortega y Gasset, en la Misión de la universidad, habla del poder espiritual, entendido como la influencia sobre las conciencias. La Iglesia -dice- ha perdido poder espiritual; el Estado democrático tampoco puede ejercerlo, porque depende de la opinión dominante y no puede criticarla… Y, entonces, ese poder ha quedado vacante, y prácticamente en manos de la prensa. Yo no creo en conspiraciones, pero hoy hay un claro intento, por parte del poder político en España, de hacerse con el poder espiritual. Y de ahí, la animadversión a la Iglesia, que es la única institución que se opone y que es capaz de decir lo que no gusta, y corrige.

J. F. S.: Yo probablemente me voy a meter en un charco… ¿Por qué viene tres veces el Papa a España? Él ha hecho una distinción aplicable también a España, y lo voy a tomar de la intervención de Joseph Ratzinger con motivo de la clausura del seminario sobre el tercer Concilio de Toledo, cuando vino a la Fundación Pablo VI invitado por don Marcelo, y también del famoso discurso a la Curia romana, en el primer año de su pontificado: la hermenéutica de la continuidad y la hermenéutica de la ruptura (en la interpretación del Concilio Vaticano II, como ruptura o en continuidad con la tradición anterior). Pues bien, si por algo se ha caracterizado la Iglesia en España, y Benedicto XVI lo sabe bien, es por el predominio de la hermenéutica de la ruptura en algunos ámbitos, por ejemplo, en la teología. Se ha hablado de la piedad popular, se ha hablado de la religiosidad, ¿pero hablamos de teología? ¿Hablamos de la liturgia? A Benedicto XVI le ha preocupado la Iglesia en España. Y ahora estamos en un momento de cambio, también generacional, en la Iglesia. Hay nuevas generaciones de sacerdotes y religiosos y religiosas… Benedicto XVI quiere que la Iglesia en España entre definitivamente en la hermenéutica de la continuidad.