Una unión para «promover la participación de las mujeres en la evangelización»
La nueva presidenta de la UMOFC continuará con el objetivo de la institución que une a mujeres de la Iglesia en todo el mundo: ser corresponsables en la evangelización
Para superar las barreras que dificultan a la mujer ocupar roles visibles en la Iglesia «tenemos que colaborar mano a mano con el hombre porque, si no, no vamos a avanzar», diagnostica Mónica Santamarina, recientemente elegida como nueva presidenta de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC). «Al principio nuestra entidad se centró en la mujer porque venía de una posición mucho más vulnerable. Pero ha llegado el momento de trabajar con parejas y hombres», explica la mexicana a su paso por la redacción de Alfa y Omega. Tras más de un siglo de historia, esta institución fundada en 1910 busca ensancharse para realizar mejor su función, según su presidenta: «Promover la participación y corresponsabilidad de las mujeres en la evangelización y el desarrollo humano integral».
De momento, no van mal. La UMOFC aglutina a un centenar de organizaciones de más de 50 países que suman unos ocho millones de mujeres. «Pueden estar todas las organizaciones de inspiración católica dedicadas al desarrollo humano, como Manos Unidas», explica la presidenta. También aquellas centradas en la espiritualidad, como la Adoración Nocturna Femenina Española. Y las que cuenten con hombres, como la citada ONG, o la última organización española en sumarse, la Asociación Católica de Propagandistas. «Solo pedimos que vengan a nosotras representadas por mujeres», aclara Santamarina. Las otras tres condiciones que ponen son «compartir nuestra misión de evangelizar en el marco del magisterio de la Iglesia y del Papa», ser reconocidas por sus obispos y mostrar sus estatutos para que sean aprobados por su Consejo. Un último paso que ha dejado fuera a algunas organizaciones que reivindicaban la promoción del aborto. «Tienen que estar de acuerdo con nuestros principios», matiza la presidenta.
Una de las iniciativas que la UMOFC ha puesto en marcha desde 2021 es el Observatorio Mundial de las Mujeres, que Mónica Santamarina define como el primer ente católico de este estilo. Quieren «dar voz a las más vulnerables» y «provocar estrategias de los gobiernos, de la sociedad civil, de la Iglesia y de ONG que favorezcan el desarrollo».
Con la ayuda del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) ya han desarrollado en América Latina estudios sobre la discriminación hacia las mujeres. También han puesto en marcha lo que llaman una «red de tejedoras de comunión», grupos de mujeres que construyan vínculos de amistad social en sus barrios. Y desde octubre, con el apoyo de Hilton Foundation, desarrollan en México un programa de acogida a migrantes, porque «allí es donde sucede el mayor número de vejaciones; llegan muy cansados y sufren los abusos de autoridades corruptas, narcotraficantes y tratantes de niños y de mujeres».
Mientras tanto, en 22 países de África han implementado, con la ayuda de laicas y religiosas, redes de ayuda para víctimas de violencia machista y abusos sexuales. Un proyecto con el que están ilusionadas, porque está permitiendo «visibilizar a las mujeres resilientes». Cuentan algunas de sus historias en InVisibles, un documental que ya le mostraron al Papa Francisco. «Queremos que el observatorio no se quede en analizar y denunciar y que genere estrategias concretas», sentencia la presidenta.