Una moneda de 1260 o un sello de 1929... así nació la filatelia y numismática de la Iglesia - Alfa y Omega

Una moneda de 1260 o un sello de 1929... así nació la filatelia y numismática de la Iglesia

Tras agotarse la serie postal vaticana de la sede vacante, los coleccionistas esperan la primera de León XIV. La filatelia y numismática de la Iglesia sigue despertando interés y se está renovando

Javier Martínez-Brocal
En el sello de sede vacante de 2025, unos ángeles sostienen las llaves de Pedro, simbolizando la asistencia divina
En el sello de sede vacante de 2025, unos ángeles sostienen las llaves de Pedro, simbolizando la asistencia divina. Foto: CNS.

El selfi enviado desde la basílica de San Pedro tiene mucho menos valor que una postal con el matasellos papal. Por eso, una de las costumbres de quienes peregrinan a Roma es pasar por la Posta Vaticana, la oficina de correos de la Santa Sede, para enviar una carta desde el corazón del catolicismo con el rostro del Pontífice como sello. Si paga en efectivo y tiene suerte, le darán la vuelta con euros vaticanos, y quizá sin saberlo tendrá piezas de colección en el bolsillo.

Poder emitir sellos y monedas refleja la autonomía y la autoridad civil del Papa y del Estado Ciudad del Vaticano. Mientras que el sello es una institución joven —los Estados Pontificios tenían servicio de correos desde 1852—, se conservan monedas como el denaro paparino del año 1260, del llamado Patrimonio de San Pedro, gobernado por los Papas en la Edad Media.

En 1870, con la caída de los Estados Pontificios, el Papa tuvo que dejar de acuñar moneda y timbre. Solo retomó esta actividad cuando recuperó la independencia con los Pactos Lateranenses. «Desde la fundación del Estado, el 11 de febrero de 1929, se dieron todos los pasos para activar el servicio de correos. Así, el 1 de junio de 1929, el Estado se adhirió a la Unión Postal Universal y, el 30 de julio de 1929, se activaron los servicios postales», recordaba en diciembre el cardenal Fernando Vérgez, entonces presidente del Governatorato vaticano, al inaugurar la sucursal de la Posta Vaticana en la plaza de San Pedro.

Reverso de la medalla a favor de Ucrania impulsada por Francisco en 2022
Reverso de la medalla a favor de Ucrania impulsada por Francisco en 2022. Foto: CNS.

Por eso, el primer sello del actual Estado Ciudad del Vaticano se remonta a 1929. Para evitar polémicas sobre el poder temporal del Papa, Pío XI no quiso aparecer y el diseño se limitaba a las llaves decusadas coronadas y la tiara. Con las monedas ocurría algo parecido. La primera lira vaticana, pariente lejana de los actuales euros oficiales del Vaticano, se acuñó en 1930. Hubo que esperar hasta 1940 para que Pío XII accediera a prestar su rostro ambos. Francisco interrumpió esta costumbre en 2016 y desde entonces los euros llevan solo el escudo.

El diseño de la moneda refleja estabilidad y continuidad. El de los sellos es más flexible y, por eso, repasar las series de cada año es como ver el álbum de familia de los Pontífices. Conmemoran grandes decisiones como la apertura o la clausura del Concilio o de los sínodos, sus viajes o las canonizaciones y aniversarios.

Son sellos con tirada limitada y además de tener valor cultural y espiritual, son muy apreciados por los coleccionistas. Es el caso de los que se presentarán la próxima semana, los primeros con el retrato de León XIV; o de la última serie con el rostro del Papa Francisco, del pasado 27 de febrero, con cuatro fotografías de 2024.

Moneda por el primer aniversario de la muerte de Benedicto XVI
Moneda por el primer aniversario de la muerte de Benedicto XVI. Foto: CNS.

Los aficionados también buscan los pocos sellos que el Vaticano emitió durante los 15 días de la sede vacante, pues tienen validez solo durante el periodo en el que no hay Papa. Imprimirlos sirve para mostrar la autoridad civil del cardenal camarlengo, jefe de Estado en funciones hasta que se elige un nuevo Pontífice, y la continuidad de la actividad del país. Los primeros sellos de sede vacante se remontan a 1939, tras el fallecimiento de Pío XI. Desde entonces han vuelto a emitirse solo en siete ocasiones. Los cuatro modelos de 2025 se agotaron en pocos días.

Aparte de las monedas, cada año se lanzan medallas conmemorativas del Pontificado o para subrayar eventos especiales, como viajes apostólicos o sucesos particulares. El Papa suele regalarlas a los jefes de Estado y de Gobierno. En junio de 2022, Francisco impulsó el lanzamiento de una especial para recaudar fondos para Ucrania.

En la Oficina Filatélica y Numismática Vaticana hay un equipo responsable de planificar y producir monedas, sellos y medallas. Son expertos en historia, arte y geopolítica. Seleccionan los aniversarios que desean conmemorar y el tono que dar a las imágenes. Como está aumentando el interés por sus productos, la oficina filatélica del Vaticano se ha comprometido a «garantizar una mayor eficiencia, calidad y transparencia» en la venta de estos productos. En julio lanzará una nueva plataforma online para facilitar la compra sin intermediarios y ofrecer nuevos formatos diseñados y realizados con materiales reciclables y de bajo impacto ambiental.