Una gran noticia - Alfa y Omega

Una gran noticia

Domingo de la 4ª semana de Pascua / Juan 10, 1-10

Juan Antonio Ruiz Rodrigo
Buen Pastor de Jan van’t Hoff. Foto: Jan van’t Hoff / gospelimages.com.

Evangelio: Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Comentario

El cuarto domingo de Pascua comienza la liturgia de la Palabra con un pequeño pasaje de los Hechos de los Apóstoles. Es parte del discurso de Pedro en Pentecostés, que se presenta como la proclamación oficial primera de la fe en Cristo resucitado. Es la Iglesia ya estructurada en torno a los doce la que testimonia, proclama y actúa. No es un movimiento popular. Es algo distinto. Previamente, Pedro había convocado a los hermanos para elegir un sustituto de Judas. Hasta que esto no sucede, no acontece Pentecostés. Es un fenómeno que tiene lugar en una Iglesia reunida en oración con María, la madre del Señor, y con los doce, es decir, con el colegio apostólico, al frente del cual está Pedro. ¿Es esta dimensión suficientemente valorada hoy entre los cristianos?

En primer lugar, en este discurso de Pedro se da la noticia. ¡Qué importante es esto! El cristianismo nace, vive y perdura como noticia de un acontecimiento único: muerte de Jesús en libertad absoluta pedida por el Padre, y resurrección por obra del Espíritu Santo. El cristianismo no surge ni se desarrolla como doctrina, terapia, técnica o devoción, sino como noticia. Somos testigos de una gran noticia y, si esta se disuelve en técnicas de relajación y de meditación trascendental o en doctrinas esotéricas, destruimos la esencia del cristianismo. Pedro proclama una noticia. La Iglesia proclama una noticia. Los fieles proclamamos una noticia.

En segundo lugar, se llama a la conversión y al Bautismo. No se trata solo de ser mejores. La conversión es el cambio profundo en el corazón y el Bautismo es la venida del Espíritu Santo y no un simple propósito de ser buenos. Es el discurso oficial que da lugar a la Iglesia: «Aquel día se les agregaron unos 3.000». Y sigue siendo el discurso actual de la Iglesia. Y cuando no lo es, no es la Iglesia quien habla.

El Evangelio que hoy proclamamos en este domingo cuarto de Pascua marca el domingo del Buen Pastor. Es un Evangelio que está precedido por la fiesta de las Tiendas. Jesús va a Jerusalén, empieza su predicación en el templo, dice quién es y, conforme empiezan a entender que se pone a la altura de Dios, tiene lugar el ataque y el intento de matarlo. El discurso que presenta este texto se sitúa en la festividad de la Dedicación del Templo que, junto a la de las Tiendas, son las dos grandes fiestas del templo. El templo de Dios debe ser purificado, la luz es esencial, porque es la gloria de Dios, el rito del agua ocupa un lugar importante y se proclaman las lecturas de Zacarías y Jeremías sobre los buenos y malos pastores.

En este contexto, Jesús se proclama como el Buen Pastor. En estas primeras líneas, la palabra que califica al pastor es la palabra «puerta». Recordemos la invitación a entrar por «la puerta estrecha» (cf. Mt 7, 13). Hay que entrar en otra dimensión, en otro «territorio»: en el Reino de Dios. Y necesitamos puerta y guía. Jesús nos dice que es el Buen Pastor porque ha entrado por la puerta grande, la puerta de la verdad. Entremos y salgamos por la puerta grande: la puerta de la reconciliación y de la paz, la puerta de la verdad. Nunca salgamos de algo dejando roto y dividido el ambiente. Nunca entremos por una puerta falsa.

Él ha entrado por la puerta, le ha abierto el guarda. No es ladrón ni bandido, es decir, no viene a mandar, a ser protagonista, sino que viene a servir. Por eso es el Buen Pastor y por eso las ovejas atienden su voz. Él las llama por su nombre: una a una. No es pastor de un rebaño, sino de todos y de cada uno. Las saca, camina delante, le siguen.

Jesús, que antes había entrado por la puerta legítima —enviado por el Padre, reconocido por el Bautista, proclamado en el Jordán por la voz divina—, ahora es la puerta: «Yo soy la puerta de las ovejas». No hay otra puerta para el Reino: solo Él.

No nos dejemos engañar. ¿Es que no puede haber otras puertas? ¿Y las otras religiones? ¿Y las personas buenas aunque no sean cristianas? Todos pueden salvarse, porque Dios puede intervenir en cualquier momento —hasta en el instante de la muerte—, pero conozcan o no al Señor, esos hombres y mujeres de buena voluntad abiertos a Dios por la gracia divina entrarán por la puerta que es Jesucristo.