Los alumnos del colegio Santísimo Cristo de la Sangre, de Torrijos (Toledo), tuvieron antes de Navidad la ocasión de hacer un curso intensivo sobre la caridad y la ayuda a los demás. Fue la jornada Pensando en los demás, en la que participaron los alumnos de 5º y 6º de Primaria, y de toda la ESO. Su director, el padre Ángel, explica que «queríamos tener un día entero dedicado a que los niños piensen en los demás. La idea surgió por la crisis que vivimos, y porque los chavales no sabían qué hacen organizaciones» como Cáritas y el Banco de Alimentos.
Durante ese día, los chicos visitaron por grupos los locales de Cáritas. De vuelta al colegio, tuvieron encuentros con voluntarios del Banco de Alimentos y también con unos misioneros, con los que, además, celebraron Misa. Gabriela, de 12 años, cuenta que, en Cáritas, «la trabajadora social nos explicó cómo funcionaba todo. Los voluntarios nos explicaron qué dan a cada familia, según el número de personas que tenga. También tienen juguetes y, en los casos más extremos, les dan dinero. Me pareció muy bonito porque lo hacen sin esperar nada a cambio. Lo que más me llamó la atención fue que, en mi pueblo, haya gente que necesita comida y ropa. A lo mejor conoces gente que esta mañana no ha podido desayunar».

Uno de los misioneros que fue al colegio es el padre Mariano, que ha estado 38 años en Ecuador. «Queríamos sembrar la inquietud en el corazón y la mente de esos muchachos. Yo quería que supieran cuál es la tarea del misionero: anunciar la Palabra de Jesús, y también dar ayuda. Hay muchas pobrezas, pero esa realidad no tiene que asustarnos, sino hacernos pensar en qué tenemos que hacer». El misionero que fue a la clase de Eduardo (también de 12 años) les contó lo que les cuesta encontrar comida para los comedores que construyen para los niños en África, y también les «habló de toda la comida que desperdiciamos. Me llamó la atención, y al llegar a casa miré en Internet: en cada país, se tiran miles de kilos. Después de eso, ya no me dejo la comida en el plato».
Eduardo y Gabriela no son los únicos que han aprendido con la experiencia. En la campaña solidaria de Navidad que tuvieron unos días después, se recogió el doble de alimentos, y, además, algunos padres de los niños fueron a Cáritas a hacer un donativo.

Pero, además, el padre Ángel está muy contento, porque, «antes, los chicos no habían visto que ir a Misa y ser bueno se traduce en una serie de actividades de la Iglesia para estar cerca de los que sufren».