Una banda de delincuentes secuestra a un misionero claretiano en Haití

Una banda de delincuentes secuestra a un misionero claretiano en Haití

Antoine Macaire Christian Noah es congoleño y un grupo armado ha pedido a su congregación un rescate a cambio de su libertad

Redacción
Violencia en Haití
Policías haitianos en una calle de Puerto Príncipe. Foto: Reuters / Ralph Tedy Erol.

«Esperábamos que la situación mejorara, en cambio, después de una pausa en Navidad, todo ha vuelto a estallar», afirma el misionero camilo Antonio Menegòn desde Haití. Se refiere al reciente secuestro del misionero claretiano Antoine Macaire Christian Noah, que el 7 de febrero se dirigía a su comunidad de Kazal cuando fue capturado por una banda de delincuentes que luego pidieron un rescate a la Iglesia local. Noah, de origen congoleño, había hecho su profesión perpetua en 2020 y desde hace un año era vicario en la parroquia de San Miguel Arcángel, según Aciprensa.

Además, «entre los últimos episodios denunciados por nuestros hermanos camilos en Haití», continúa el padre Menegòn en declaraciones a Fides, «la semana pasada se produjo un violento ataque contra un instituto de religiosas brasileñas en Puerto Príncipe. Los delincuentes se lo llevaron todo y emplearon la violencia contra las hermanas».

Noah (derecha) poco antes de su ordenación sacerdotal, en 2021. Foto: Misioneros Claretianos.

Por desgracia, no solo la violencia y la devastación persisten en la isla desde hace años. La corrupción y los abusos de poder también han alcanzado niveles muy altos, y se dan contra las organizaciones que se aprestan a ayudar a la población exhausta.

Sobornos en cada viaje

«Últimamente, para llevar uno de nuestros camiones de ayuda desde Puerto Príncipe hasta Jeremie, una ciudad remota devastada por el terremoto del 14 de agosto de 2021, donde la población realmente no tiene nada, hemos tenido que pagar a las distintas bandas de delincuentes por cada ruta recorrida para llegar a nuestro destino».

El padre Massimo Miraglio, único camilo italiano presente en Haití, acude periódicamente a estas zonas montañosas, relata Menegòn. «Intenta ofrecer a la población un mínimo de ayuda». Además de ser párroco, «está construyendo una escuela, hará una clínica y una pequeña capilla. Junto con su grupo, recorren horas de caminos escabrosos para transportar pupitres escolares y otros artículos de primera necesidad, utilizando mulas, hasta las zonas más aisladas de las montañas de Jeremie».

«El año pasado nuestros hermanos de Jeremie encontraron pueblos destruidos, totalmente aislados, y organizaron dispensarios de campaña y clínicas móviles en esta zona muy remota y de difícil acceso», concluye