Una ampolla con la sangre de Juan Pablo II podrá venerarse en la catedral de Madrid. Una poderosa intercesión que no cesa - Alfa y Omega

Una ampolla con la sangre de Juan Pablo II podrá venerarse en la catedral de Madrid. Una poderosa intercesión que no cesa

Juan Pablo II fue beatificado hace un año, en la fiesta de la Divina Misericordia, fiesta que él mismo instituyó en el domingo siguiente al de Resurrección. En la fiesta de este año, una ampolla con su sangre será colocada en la catedral de la Almudena. La reliquia está en Madrid desde la Jornada Mundial de la Juventud. Algunos de quienes ya la han venerado han podido comprobar cómo el Beato sigue intercediendo por el mundo…

José Calderero de Aldecoa
Alumnas del colegio Fuenllana oran ante la reliquia del beato Juan Pablo II.

El 2 de abril se cumplieron siete años desde que Juan Pablo II dejó este mundo para ir a la Casa del Padre, pero su marcha no fue un abandono. El beato intercede ahora por nosotros de una manera más cercana y especial.

Una ampolla con su sangre fue donada por el arzobispo de Cracovia, cardenal Stanislaw Dziwisz, que fue el secretario personal del beato Juan Pablo II, al cardenal Rouco, arzobispo de Madrid, durante la Jornada Mundial de la Juventud, y los fieles podrán venerarla en la catedral de la Almudena, de Madrid, a partir del domingo 15 de abril, fiesta de la Divina Misericordia. Desde su llegada a Madrid, el cardenal Rouco ha autorizado alguna salida excepcional de la reliquia. El colegio Fuenllana pudo acogerla durante la primera semana de Cuaresma, lo que provocó un aluvión de confesiones y de favores por parte del beato. La reliquia presidió una Semana del Perdón en el colegio: «Pocas veces se ven a tantísimas personas rezar con tanta piedad, con tanta fuerza, con un silencio que hablaba a voces —aseguran desde el centro—. La gran mayoría de estas personas salían muy emocionadas, en algunos casos sin poder contener las lágrimas, lo mismo mujeres que hombres, personas mayores o jóvenes».

El día que la reliquia llegó al colegio, una alumna pidió para «que a su padre le renovasen el contrato de trabajo que le vencía ese mes, y de cuyo sueldo vive toda la familia. El día que la reliquia se fue del colegio, le llamaron para renovar su contrato». Pero el favor más llamativo que parece haber sido concedido por intercesión del beato, durante la Semana del Perdón, fue la curación inexplicable de un niño que tenía un tumor con metástasis. Su tía había ido ante la reliquia a pedir la curación de su sobrino. Cuando el médico vio que el niño estaba limpio, preguntó a los padres: «¿Creen ustedes en los milagros?».

Esa semana, miles de personas formaron colas para rezar ante la reliquia. Hubo escenas entrañables, como la de un niño de unos 10 años en silla de ruedas, que quiso que su padre le pusiera de rodillas para rezar. La imagen recuerda al Juan Pablo II en la procesión del Corpus Christi de 2004, ya desecho su cuerpo por la cantidad de años al servicio de Cristo y postrado en una silla, cuando el Papa, contra viento y marea, quiso ponerse de rodillas ante la presencia real del Santísimo.

Las escenas de piedad y de emoción se sucedían en el colegio, igual que sucedía cuando Juan Pablo II venía en vida a España para rezar y hacer rezar a la gente. En este último viaje, el que le ha traído hasta la catedral de la Almudena —bendecida y consagrada por Juan Pablo II—, le va a situar entre los dos grandes amores de su vida: Jesús y la Virgen, y va a estar arropado por la piedad y la emoción de sus hijos, por los que intercede, de la Iglesia en España.