Un vía crucis por las víctimas de trata recorrerá Roma este viernes
La diócesis y la Comunidad Papa Juan XXIII buscan concienciar a la sociedad —incluidos los explotadores— y rezar para que las mujeres puedan romper sus cadenas
Estaba embarazada de seis meses y hacía la calle en Roma. Una noche, las voluntarias de la Comunidad Papa Juan XXIII, que trabajan con prostitutas, se acercaron a ella. Se presentaron, le ofrecieron té caliente y le preguntaron «¿Quieres venir con nosotras? Te podemos ayudar». Lo relata Enkolina Shqau, animadora general del área antitrata de la entidad.
«Inmediatamente dijo que sí. Vino a nuestra casa», tuvo «un precioso niño que ahora tiene 4 años». Un tiempo después incluso «denunció a sus explotadores». Otras veces, en cambio, «nunca volvemos a ver a chicas a las que a menudo encontrábamos llorando. Prefiero creer que abandonaron la calle, pero lo dudo», reconoce Shqau.
Visibilizar la realidad de estas personas es el objetivo del vía crucis que este viernes por la tarde recorrerá las calles de Roma con el lema Libera la vida. Lo convocan la Comunidad Papa Juan XXIII y la Coordinadora Diocesana contra la Trata, que integra a 12 entidades y congregaciones religiosas, y lo presidirá el obispo auxiliar Dario Gervasi.
Primera estación: «No me juzguéis»
Cada estación estará acompañada de una palabra simbólica. La de la primera estación, la condena a muerte de Jesús, será «no me juzguéis». Quiere denunciar que la sociedad, en vez de condenar a quienes privan a hombres y mujeres de su libertad y dignidad, muchas veces juzga a las víctimas.
Como explica Shqau a Vatican News, esta convocatoria «es un signo y un mensaje, con la esperanza de que muchas personas tomen conciencia de esta realidad». También es una forma de «orar y tratar de llegar a las personas que están en la calle», para decirles «que estamos ahí» y animarlas a «encontrar el coraje para salir de esa vida». Pero el lema Libera la vida «también es una invitación para los del otro lado, para que puedan acogerlas y decirles» al menos «una buena palabra», un saludo, o preguntarles cómo están, liberándose de prejuicios.
Se dirigen además «a las parroquias, para que se abran a esta vida a la que nos enfrentamos pero que muchas veces no comprendemos». Y, por último, a los explotadores, tanto proxenetas como clientes, para que «se lleven la mano al corazón y entiendan que en cada caso tienen a un ser humano delante».
El coraje de liberarse
La responsable del área antitrata de la Comunidad Papa Juan XXIII explica que la trata de personas en Europa «implica principalmente a los países del este y es sobre todo con fines sexuales». «La mayoría de mujeres que están en la calle en Roma son víctimas de la trata». Así lo han constatado tras años de visitarlas en las calles hasta ganarse su confianza. El año pasado, apoyaron a 94 víctimas de trata, de entre 26 y 33 años. Una de las casas en las que la comunidad las acoge recibió en agosto de 2016 la visita del Papa Francisco, en el contexto de los Viernes de la Misericordia.
«Luego está la parte de la prostitución bajo techo, donde es casi imposible entrar para entender cómo está evolucionando», aunque se está viendo que desde la pandemia hay un traslado de la calle a salones de masaje y apartamentos. Con todo, «desde la década de 2000 hemos visto también una llegada a Italia de niñas desde Asia, especialmente de China, y de personas transgénero de América Latina».
En contraste, subraya que «es posible» liberarse de la trata, aunque «el número no es muy alto y lamentablemente ha disminuido en los últimos años». Pero «hemos visto situaciones que a veces llamo milagros, donde realmente pensabas que esa persona nunca encontraría el coraje de liberarse. Quizá tenía deudas que pagar, o había detrás una familia en extrema pobreza». Para escapar «necesitan mucho valor», pero también apoyo, «no solo del sector del voluntariado, sino también de la política», con medidas que las ayuden a recuperarse y reintegrarse en la sociedad.