Un solo caso ya es una tragedia - Alfa y Omega

Un solo caso ya es una tragedia

La gran crisis de credibilidad que afronta la Iglesia viene de la mano de los abusos. Es hora de remar junto al Papa Francisco

Alfa y Omega

Francisco avanza en su lucha frontal para erradicar los abusos sexuales en la Iglesia y castigar a los abusadores. Con la actualización de Vos estis lux mundi el Papa recuerda a los laicos que también formamos parte de la institución y que nuestras acciones no son impunes. La responsabilidad, a partir de ahora, ante un caso de abuso ya no pertenece únicamente al clero o a los religiosos, sino también a los fieles que formen parte de asociaciones reconocidas por la Iglesia. Casi en paralelo, Escuelas Católicas, que ha publicado una guía para prevenir y reparar los abusos sexuales en el ámbito de sus colegios, va un paso más allá y propone incluir a las víctimas terciarias, como son las familias y los compañeros de la víctima. Además, recalca la importancia de no escudarse en que los hechos ocurrieron en el pasado y ninguno de los responsables está ya, o bien vivo, o bien en el centro escolar. Esto «es un acto de irresponsabilidad», asegura en las páginas de Alfa y Omega su secretario general, Pedro Huerta. Porque la institución es la misma y el dolor de las víctimas sigue vigente.

Ambos avances en el contexto eclesial son un ejemplo de buen hacer ante aquellos que se afanan en tirar balones fuera y esconderse en el que «es un porcentaje muy pequeño, que se investigue también en otros ámbitos, como en las familias» o en el relato de la manía persecutoria a todo lo que huele a católico. Dice Huerta, con mucho acierto, que no importa el número, porque es una cuestión de responsabilidad. «Un solo caso ya es una tragedia», recalca. Y vuelve a poner sobre la mesa que «todavía hay gente que vive en una cultura del silencio más que en una cultura del cuidado». La gran crisis de credibilidad que afronta la Iglesia en este tiempo viene de la mano de los abusos. Los casos saltan a la palestra día sí, día también. Es hora de remar junto al Papa y junto a los que han abordado esta lacra con transparencia y responsabilidad. Las víctimas lo merecen. La Iglesia, también.

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