Hakuna: un puente para que los alejados lleguen a Dios - Alfa y Omega

Hakuna: un puente para que los alejados lleguen a Dios

Este movimiento triunfa entre los jóvenes con una propuesta que une lo sagrado y lo profano

Fran Otero
José Pedro Manglano y una joven rezan en El Estudio, la sede de Hakuna en Las Rozas (Madrid). Foto: Guillermo Navarro.

A estas alturas serán pocos los que no conozcan o hayan oído hablar de Hakuna. Sí. El grupo de música que llena recintos antes reservados para grandes estrellas de la música —metieron 8.000 personas en el Palacio de Vistalegre en Madrid—, ese nuevo movimiento de la Iglesia que triunfa entre los jóvenes con una estética moderna, los mismos que bailaron en la basílica de San Pedro mientras cantaban y adoraban al Santísimo junto al Papa Francisco. Los que utilizan nombres como «pringados» para llamar a sus miembros o «revolcaderos» a las charlas, God stop a los retiros o growers up a los que viven durante unos meses en comunidad en El Estudio, la sede de Hakuna, un antiguo convento en Las Rozas.

Allí nos citamos con Jose Pedro Manglano, Josepe para todo el mundo. Es un oasis solo interrumpido por las obras de mejora del edificio. El interior va cogiendo la estética Hakuna, aunque se advierten todavía los espacios de una comunidad religiosa. Nada más entrar están los trabajadores, contratados por la Fundación Hakuna, que se dedican a la edición de libros, vídeos, mantenimiento de la web, organización de actividades… También hay gente que se acerca a estudiar o a teletrabajar. Y, finalmente, los que residen temporalmente ahí.

Nos acomodamos en una de las salas —hace unos días se dio un curso sobre teología del cuerpo para universitarios—, para hablar, precisamente, de Hakuna. De hecho, el sacerdote acaba de publicar un libro en el que se recoge cómo surgió y en qué se ha convertido esta propuesta. Así que la primera pregunta fue obligada.

—¿Qué es Hakuna?

—Es la pregunta más incómoda, porque me sale decir: ven y lo verás. Jurídicamente somos una asociación de fieles y espiritualmente una iniciativa movida por el Espíritu Santo. Entramos dentro de la categoría de los movimientos, de la Iglesia carismática.

Según el Papa Francisco, lo dijo en el primer encuentro que tuvieron, es «una familia eucarística», pues las horas santas y la adoración del Santísimo es central. «Las dos palabras nos definen muy bien. Hakuna es familia. Se vive con un mismo espíritu, hay una unión en el modo de seguir a Cristo que no es individualista. Y esa unión no la fabricamos nosotros, sino que la recibimos de la Eucaristía», añade Manglano.

Este movimiento, que surgió tras la JMJ de 2013, ha atraído hacia la Iglesia a muchos jóvenes. Foto: Guillermo Navarro.

También tiene un carisma propio, que, según su fundador, es la encarnación total de la fe y la espiritualización de la carne. Manglano explica que en Occidente ha separado lo divino de lo humano, lo sagrado de lo profano, lo espiritual de lo material. Y que es producto tanto del secularismo como del clericalismo. Dice más: «El secularismo es hijo del clericalismo. Lo hemos engendrado nosotros». Por eso, buscan reconciliar lo dividido y que la acción de Dios transforme toda realidad humana. Y dentro de este carisma, abunda Manglano, tienen una misión concreta: los pobres entre los más pobres de Dios. «La mayor pobreza del hombre es el pecado. Procuramos ir a los alejados, a los que están sin Dios, a los que han perdido el sentido de la vida o son esclavos del rencor, del resentimiento y de la tristeza. Todo lo hacemos pensando en ellos. Hay angustias vitales que son causadas por la ausencia de trascendencia», subraya.

Esta propuesta, que nació tras la JMJ de Río de Janeiro, tiene por el momento bastante éxito, aunque realmente no es lo que buscan. A los multitudinarios conciertos hay que sumar, por ejemplo, los sacramentos. Manglano cita decenas de confirmaciones y tres bautizos hace poco. Así se está convirtiendo también en una puerta de entrada a la Iglesia. «Vino un joven a un retiro que me dijo que Hakuna le parecía un puente de acceso que ponía en contacto el mundo alejado con Dios. Es un puente más. En esta casa, seas cristiano, musulmán o ateo, estarás a gusto siempre. Todos estamos en búsqueda. No hay ninguna pretensión de conseguir nada de nadie. Vive y sé feliz. Vamos a pasarlo bien en la vida, que Dios quiere que seamos felices», añade.

Como todos los nuevos movimientos o propuestas rompedoras, también se han generado críticas en torno a Hakuna, incluso dentro de la propia Iglesia. Lo dicen por la irreverencia de cantar y bailar ante el Santísimo en la basílica de San Pedro, porque promueven una fe demasiado emotivista o porque no hay fundamentos sólidos. «En la Iglesia, el Espíritu habla a través de la jerarquía y el Papa me escribió en verano una carta preciosa que terminaba así: “¡No aflojen!”. El cardenal de Madrid nos ha dado todo tipo de bendiciones. No empezamos en ninguna ciudad si no le parece bien al obispo», responde Manglano. También dice que es lógico que haya personas que no lo entiendan y defiende que la formación doctrinal puede ser agradable y no por ello menor. Y, finalmente, advierte de que si se separan razón y sentimiento se divide al hombre: «Rezar solo con la razón será aburrido hasta para Dios. A algunos les parece impuro ver algo que no es pura voluntad o pura razón, pero es mucho más puro el hombre completo que fraccionado».

Hakuna ¡Viva la vida!
Autor:

José Pedro Manglano

Editorial:

Ediciones Martínez Roca

Año de publicación:

2023

Páginas:

232

Precio:

19,90 €