Un Papa siempre en camino - Alfa y Omega

Un Papa siempre en camino

El 2019 de Francisco pasará a la historia como el año en que limitó la confidencialidad pontificia en los casos de pederastia, cambió a los responsables de la economía vaticana y viajó a países en los que los católicos son minoría. Sus desafíos para el 2020 pasan por terminar la reforma de la Curia, poner el broche al Sínodo del Amazonas y seguir visitando a los últimos

Victoria Isabel Cardiel C.
El Papa Francisco con un indígena de la Amazonía, en un encuentro enmarcado en el Sínodo. Foto: CNS

El 2019 pasará a la historia de la Iglesia como el año en que se limitó la confidencialidad pontificia en los casos de pederastia. Una reivindicación histórica de las asociaciones de víctimas. Francisco levantó el secreto pontificio con una ley que agiliza la tramitación de denuncias por la justicia civil e impone la obligación de cooperar cuando haya mandatos ejecutivos. También convocó en febrero en el Vaticano a toda la jerarquía episcopal para airear las responsabilidades de los obispos que encubrieron y obstaculizaron que la verdad saliera a la luz. Y dio resultado: «Confesamos que obispos, sacerdotes, diáconos y religiosos en la Iglesia […] no hemos protegido a quienes más necesitaban nuestra ayuda», asumieron en un mea culpa general. Antes de esta minicumbre hubo un castigo ejemplar: la reducción al estado laical del excardenal estadounidense McCarrick, arzobispo emérito de Washington.

Las normativas contra la impunidad de los abusadores y sus cómplices han llegado en goteo. En primer lugar, el Pontífice recetó varias directrices, sin ningún vínculo legal. Después impuso ciertas normas de actuación; el resultado más vigoroso de la cumbre fue la publicación en mayo del motu proprio Vos estis lux mundi, un reglamento crucial para revertir las prácticas del encubrimiento, que deja claro que es responsabilidad de todos denunciar.

La mexicana Valentina Alazraki, que lleva 44 años como corresponsal de Televisa en el Vaticano, considera que Francisco reserva para el 2020 otros reajustes que ayuden a las Iglesias locales a hacer frente a los abusos: «Si bien se le ve a veces cansado, conserva las energías para seguir ocupándose de esta grave realidad en la que la Iglesia se juega la credibilidad».

Junto con la española Paloma Gómez Borrero, Alazraki fue una de las primeras mujeres en acompañar a los Pontífices en el avión papal. A su juicio, otro tema que espera al Papa el año que viene es la relación con China. La designación del cardenal arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle, como nuevo prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el ente del Vaticano que se encarga de las misiones, juega a su favor. «Además de abrir la Curia romana a un asiático, la madre del cardenal Tagle es china, lo que de alguna manera conecta con los esfuerzos de Francisco por mejorar las relaciones con el Gobierno de Xi Jinping», señala.

Nueva constitución apostólica

Con 83 años, Francisco pondrá un pie en su séptimo año al frente de la barca que guía a 1.200 millones de fieles en todo el mundo. Y con ello tapiará las últimas grietas de la reforma de la Curia. Tras cinco años de trabajo sin descanso del Consejo de cardenales, está previsto que el Papa publique a principios del año que viene la nueva constitución apostólica que sustituirá al texto legislativo Pastor bonus, promulgado por san Juan Pablo II en 1988. Pero lo importante ya está hecho: escoger a las personas que deberán ejecutarla desde los altos organismos de la maquinaria de la Santa Sede. Colocó a los mandos de la Secretaría de Economía –el organismo que gestiona, controla y vigila todas las actividades económicas y administrativas de la Santa Sede y del Vaticano–, a un sacerdote extremeño, el jesuita Juan Antonio Guerrero. Al frente del AIF ha puesto al asesor de la Dirección del Banco de Italia en vigilancia bancaria y financiera, Carmelo Barbagallo, y el ex fiscal jefe de Roma Giuseppe Pignatone, dirigirá la fiscalía general del Vaticano.

El primer Papa latinoamericano ha roto moldes no solo con su estilo austero, sino también con su mensaje de una Iglesia inclusiva. En octubre trajo la región amazónica, una de las más pisoteadas del mundo a merced de los intereses de las empresas extractivistas, hasta el corazón del Vaticano. Los cantos y rituales de las comunidades indígenas, a menudo excluidas en su propia tierra, sonaron en la basílica de San Pedro mientras sus líderes rodeaban al Papa cogidos de las manos. La ecología integral y la cultura de estos pueblos estuvieron en el centro de las reuniones de los obispos, que sellaron un pacto frente al colonialismo que amenaza sus tierras. El Sínodo condenó el pecado ecológico, que el Papa ahora quiere introducir en el catecismo. «La reunión sinodal fue un banco de pruebas. Hizo aflorar ciertas polémicas. Por eso la exhortación apostólica que publicará en 2020 es tan importante», manifiesta Alazraki.

El padre Arturo Sosa, superior de los jesuitas, sostiene el programa durante la cumbre de protección de menores. Foto: EFE/Vincenzo Pinto

Viajes a países con católicos en minoría

Otra apuesta del Papa es la transformación de los modos pastorales de la Iglesia, para que se acerquen a las periferias. Así lo ha ido demostrando con los destinos elegidos para sus periplos apostólicos. De los once países que visitó este año, los católicos son minoría en siete: Emiratos Árabes, Marruecos, Macedonia del Norte, Bulgaria, Rumanía, Tailandia y Japón.

Francisco fue el primer Papa en pisar la península arábiga, cuna del islam, donde incidió en una de las metas de su pontificado: la necesidad del diálogo entre credos. Al abrigo de la celebración de los 800 años del encuentro entre san Francisco de Asís y el sultán egipcio Malik al Kamil, el Papa clamó que «las religiones no pueden renunciar a la tarea urgente de construir puentes entre los pueblos y las culturas». El Papa tejió con cuidado las redes de un nuevo entendimiento con la religión de Mahoma junto al gran imán de la Universidad de al-Azhar, Muhammad Sayyid Tantawy, líder de la institución más prestigiosa del islam suní con sede en El Cairo. Juntos sellaron la declaración de Abu Dabi, en la que llaman al diálogo interreligioso. En marzo viajó a Marruecos con la intención de seguir apuntalando los puentes entre musulmanes y cristianos. Ante la mano férrea del rey Mohamed VI, reivindicó el derecho de los fieles a ejercitar su propio culto. Un derecho que no siempre es respetado en Marruecos, donde la Constitución castiga el proselitismo con la cárcel.

Francisco se convirtió en mayo en el primer Papa que pisaba Macedonia del Norte. Allí rindió homenaje a la madre Teresa de Calcuta, pero antes visitó las ciudades búlgaras de Sofía y Rakovski donde, además de estrechar lazos con la Iglesia ortodoxa, se dedicó a defender a los que buscan una vida mejor en Europa. Ante la mirada atónita de las autoridades del país que ha blindado sus fronteras con una valla kilométrica para impedir la entrada de migrantes dijo: «A vosotros, que conocéis el drama de la emigración, me permito sugeriros que no cerréis los ojos, ni el corazón, ni la mano a quien llama a vuestra puerta». Ese mismo mes visitó Rumanía para pedir el restablecimiento de la comunión entre católicos y ortodoxos.

Su viaje más extenuante lo llevó a África. Tres países en siete días: Mozambique, Madagascar e islas Mauricio. Un recorrido en el que hizo un llamamiento en favor del proceso de paz y de reconciliación en el continente y clamó contra la corrupción. El Pontífice comenzó el 2019 con la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, en la que llevó un mensaje universal de paz para toda la región donde los jóvenes sin posibilidades quedan atrapados en las garras de la violencia de las bandas. Y lo terminó en Tailandia y Japón. Durante su visita a Nagasaki e Hiroshima, donde los bombardeos de 1945 dejaron 246.000 muertos, hizo un alegato contra las armas nucleares.

Todavía no se conoce la agenda oficial de viajes para el año que viene. Pero Francisco ya ha mostrado su intención de visitar Sudán del Sur e Irak. De nuevo, los últimos en su horizonte.