Un obispo bueno - Alfa y Omega

Viernes 1 de abril. Pasan pocos minutos de la una de la madrugada. Suena el teléfono. Es el capellán del hospital Josep Trueta de Girona y delegado de Pastoral de la Salud. Cojo la llamada y me temo lo peor. Efectivamente, me comunica la defunción, durante la noche del jueves, de nuestro obispo, Francesc Pardo. Momentos de tristeza y de dolor. Aunque ya sabíamos que se acercaba la hora, la pena es muy grande. Se va una buena persona.

Desde principios de año su salud había empezado a preocuparnos, ya durante la visita ad limina con el Papa. En las fotografías que nos llegaban de Roma apreciábamos que algo no iba bien. A la vuelta, su agenda empezó a reducirse. Uno de sus últimos actos públicos fue la Misa de celebración de la festividad de san Francisco de Sales, patrón de los periodistas y escritores. Pocos días después ingresaba en una clínica de la ciudad y ya no volvería a su casa.

El bisbe Francesc ha sido un obispo bueno y un buen obispo. Con carácter, pero siempre cordial y atento a las preocupaciones de la gente. Tenía un gran interés en hacerse presente en todas las parroquias y comunidades, desde las más grandes a las más pequeñas y rurales. Allí se encontraba como pez en el agua, hablando con los feligreses, con tono distendido… La gente lo apreciaba. Era un obispo muy pastor. Y en este sentido, en estos últimos días las muestras de condolencia han sido abrumadoras.

En mis pocos años como delegado de Medios he podido comprobar cómo su agenda era de campeonato. Hizo suya la diócesis enseguida y quería ponerse a disposición del futuro obispo cuando llegase, con la ilusión de volver a hacer de cura y estar con la gente.

Siempre le estaré agradecido por su confianza al frente de la delegación. En mi recuerdo, su sonrisa y saludo habitual cuando me veía: «¿Alguna novedad?». Siempre interesado en conocer de primera mano lo que decían los medios sobre la diócesis. De hecho, como mínimo una vez al mes subía a la delegación para grabar sus cartas semanales para el programa de radio diocesano, y siempre se interesaba por nuestro trabajo. Y no faltaba nunca su comentario sobre la actualidad deportiva, especialmente sobre el Barça, como socio y gran aficionado que era.

Lo echaremos de menos. Se ha ido un obispo bueno.