Un jesuita denuncia que Venezuela vive la dictadura más «nefasta» de su historia - Alfa y Omega

Un jesuita denuncia que Venezuela vive la dictadura más «nefasta» de su historia

«Pocas veces se ha visto un colapso tan trágico» como el que ha vivido el país en los últimos 20 años, con un 80 % de población que no puede permitirse comprar alimentos

Redacción
Foto: EF / Rayner Peña R.

«Venezuela está afectada de una doble pandemia: la de la COVID-19 y la de la dictadura destructora», que es la más «nefasta» que ha vivido el país. El jesuita Javier Duplá narra a Obras Misionales Pontificias desde el terreno la terrible situación de la que es testigo: «Hay hambre, desnutrición de los pequeños, falta de medicinas, pésimos servicios públicos».

Citando un reciente artículo del exdirector en los años 1970 de Petróleos de Venezuela, Gustavo Coronel, el jesuita comparte que «pocas veces se ha visto en la historia de la humanidad un colapso tan trágico como el que ha sufrido la riqueza material y la dignidad de una sociedad, como en la Venezuela en las manos de Chávez y de Maduro durante estos últimos 21 años».

Esta misma entidad, completa Duplá, no llega a producir medio millón de barriles diarios, mientras que en su día alcanzó los 3,2 millones. Lo mismo ocurre en el campo: la producción «en las fincas expropiadas por Chávez se ha reducido en un 70 %». Esto obliga a importar unos alimentos que «el 80 % de la población no puede pagar».

La luz de la Iglesia

En medio de este «oscuro túnel», que no tiene «final aparente», la Iglesia está siendo luz con comunicados «claros» y «contundentes» exigencias al Gobierno. Pero a este «no le importa la gente, sino mantenerse en el poder por la fuerza, la represión y el temor», continúa el misionero. A continuación, hace un pequeño resumen de la labor de las instituciones eclesiales para aliviar el sufrimiento de la población.

El movimiento Alimenta la Solidaridad, fundado por Roberto Patiño, lleva alimentando desde 2016 a niños de barrios pobres de Caracas con cuadros críticos de desnutrición. En la mayor parte de las 177 escuelas de Fe y Alegría sus 100.000 alumnos reciben cada día el desayuno y el almuerzo «para que puedan atender en clase y no desmayarse, como ya ha ocurrido muchas veces». Lo mismo ocurre en los centros salesianos, de las religiosas de Santa Ana, Escolapios, Maristas…

También las familias se implican. Por ejemplo, los padres del colegio San Ignacio financian dos escuelas de educación informal en otro barrio de la capital. «Sin esta aportación de la Iglesia a los pobres de los barrios y caseríos, el país retornaría al gran analfabetismo de hace 100 años, porque la educación oficial está por los suelos».

Sin acceso a medicamentos

Otro ejemplo que está teniendo lugar estos días y que difunde el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) es la 41ª edición de la campaña de Cuaresma Compartir, de Cáritas Venezuela. Este año tiene por lemaMedicinas para salvar vidas. «Una de las principales agresiones contra la dignidad y la vida de los venezolanos es la dificultad creciente para el acceso a medicamentos esenciales, productos médico-quirúrgicos y de bioseguridad», se informa desde Cáritas.

Por ello, la campaña pretende «exponer la importancia del acceso universal a los medicamentos» y visibilizar «a quienes padecen esta realidad, para ponerlos en el centro de nuestra acción solidaria y hacer incidencia política a manera de lograr que fluya la ayuda humanitaria e impulsar los cambios estructurales que urgen en Venezuela».