Un homenaje en vida a las voluntarias Josi y Lily - Alfa y Omega

Un homenaje en vida a las voluntarias Josi y Lily

Cientos de voluntarios anónimos se juegan la vida ayudando a mejorar, aunque sea con pizza, el día a día de los ucranianos

Alfa y Omega

Emma Igual había fundado una ONG el año pasado, Road to Relief, con el objetivo de evacuar a civiles del frente. No se conformaba con enviar tráilers llenos de ropa o productos sanitarios a las zonas ocupadas. Ni squiera con aportar una cantidad económica para que otros avezados hicieran el trabajo difícil. O con quejarse amargamente de la guerra en Ucrania —cada vez más olvidada— mientras compartía una caña en una terraza veraniega. Ella se montaba en el vehículo que iba a recoger a los niños muertos de miedo. Y en cada uno de esos viajes su vida pendía de un hilo. El pasado sábado se rompió de tanto tensarlo. Un proyectil ruso impactó sobre ella cerca de Chasiv Yar, en la región de Donetsk, en el este de Ucrania. Hasta que no sucedió la desgracia, nadie supo quién era Emma, que a título póstumo recibirá la Gran Cruz de Isabel la Católica por su entrega. No pudo disfrutar en vida de lo orgulloso que está su país de ella, porque nadie reparó en su existencia escondida entre caminos de batalla. Gracias a Olha Kosova, nuestros ojos donde nadie quiere ver, en este número hacemos un homenaje en vida a Josi, a Lily y a los voluntarios de la ONG escocesa Siobhan Trust, que un día decidieron que algo tan prosaico como un trozo de pizza caliente y un refresco podrían ofrecer un poco de alegría entre las ruinas grises de las poblaciones cercanas al frente de batalla ucraniano. La logística no es sencilla: hay que transportar hornos portátiles, cientos de pizzas y botellas, altavoces para engalanar la plaza desierta y a sí mismos. Jugarse el pellejo. Pero todo el miedo se disipa cuando los niños de Maryivka, el mismo día que tenían que volver al colegio —esta vez sin flores en el patio ni amigos con los que jugar, sino con una clase online sobre cómo refugiarse ante un bombardeo—, bailan entre pompas de jabón y durante un rato ríen y cuentan que volvieron a casa desde un país acogedor porque así querían sus vecinos. «Refugiados, volved a Ucrania».

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