Un barrio marginal a seis meses de la DANA: «La gente sigue respirando humedad cada día»
La religiosa Clara Medina, salesiana misionera, recibe este lunes el Premio Cristianismo y Cultura Contemporánea 2025 que entregan la Fundación Impactun y la Universidad de Navarra por su labor humanitaria tras la DANA en el barrio de El Raval, en Algemesí
Recibe el Premio Cristianismo y Cultura Contemporánea de la Fundación Impactun medio año después de la DANA, ¿cómo están las cosas en el barrio del Raval de Algemesí?
Hay vestigios de barro en el suelo, en las casas, en cañerías, en la estructura básica de las casas y de los edificios. Los garajes aún tienen agua y suciedad, lo suficiente para no poder utilizarlos. La mayoría de casas —hablo de los bajos— todavía tienen que esperar a que haga un poquito más de calor para picar las paredes donde no se ha hecho —serán como la mitad— y recubrir las paredes. Los ascensores no funcionan. Las conexiones de luz de nuestro local las hemos puesto con unos voluntarios franceses. Las ayudas públicas han llegado de forma escasa. El colegio está precintado con cintas y a los niños los han reubicado. El problema es que si el índice de escolarización ya era bajo, el abandono escolar ha aumentado.
¿La gente sigue viviendo en esas casas?
Los que tienen familia con la que quedarse siguen viviendo con ellos. Los que no, están durmiendo en sus casas con el ladrillo visto, sin suelo, con cables colgando del techo y respirando cada día una humedad impresionante. A día de hoy, no todos tienen electrodomésticos. La semana pasada entregamos una nevera. Otros siguen manteniendo la comida entre corchos y con hielo.
Ya hemos repartido muchos electrodomésticos básicos, casi todos en colaboración con Cáritas. A cada familia le dábamos uno básico y les preguntábamos si preferían nevera o lavadora. Muchos decían que lavadora. Habían perdido toda la ropa, quizá solo tenían dos mudas y lo mismo tenían cuatro hijos y ocho nietos. Para la comida no les hacía tanta falta porque la recibían cada día y no podían cocinar.
¿Está todavía así porque efectivamente había que esperar o se podría haber hecho antes en otras circunstancias?
Ambas cosas. En algunos casos ya lo hicieron en febrero y tuvieron que volver a picar porque volvieron a salir humedades. Y luego es verdad que con deshumidificadores potentes la obra se podría haber acabado antes. Nosotros los hemos distribuido pero no con la potencia suficiente. Los seguros van muy lentos. A día de hoy diría que el 80 % de la gente todavía está esperando que pase el perito por su casa; no solo en El Raval, sino en una zona cercana, en Alcira, que es una urbanización de chalés. Lo hemos hecho puramente por voluntariado, incluido esto de las obras. Pero no siempre hemos encontrado a personas con la formación adecuada que quieran entrar en el barrio.
¿Por qué?
Es el barrio catalogado como en el que más se trafica con droga de la Comunidad Valenciana. No hay tiendas ni bares ni empresas, solo una pequeña farmacia y la parroquia de San José Obrero. Dentro, hay tres grandes grupos: población obrera que está allí desde hace 80 años, familias gitanas y marroquíes. Los tres conviven pero siempre hay roces. Seis días después de la DANA nos enteramos de que allí no había ido nadie.
Cuando dijimos que teníamos gente en Alcira que nos cocinaba y queríamos repartir 500 o 600 raciones diarias de comida caliente nos dijeron que iba a ser un lío tremendo y que no hiciéramos nada sin la Policía. Ellos mismos nos contactaron y nos dijeron lo mismo. El primer día repartimos la comida con 25 agentes y diez furgonetas alrededor. Todo fue muy tranquilo y la verdad es que ya no los volvimos a avisar. Hicimos un voto de confianza en la gente, no podíamos estar constantemente con 20 policías alrededor. Hubo algunos momentos de tensión; también porque fui un poco imprudente. Después de eso fuimos aprendiendo los lenguajes del barrio y la gente ha respondido muy bien. He entrado en todas las casas —hay 168 pisos bajos— y la gente lo único que quiere es un abrazo y que la escuches.
¿Cuánta gente mantiene esta labor a día de hoy?
En el fin de semana de más boom, dos o tres semanas después, hubo un máximo de 600 voluntarios. Ahora nos hemos quedado solamente la comunidad de las Salesianas Misioneras y los sacerdotes de Cristo Pastor, la rama masculina, con dos mujeres maravillosas de parroquias distintas de Alcira y algún grupo de jóvenes que nos contacta para venir algún fin de semana.