Tres segundos mirando al móvil y la vida nunca volvió a ser igual - Alfa y Omega

Tres segundos mirando al móvil y la vida nunca volvió a ser igual

Alfa y Omega

«Tardo solo un minuto, es que tengo que contestar a mi hijo, que está esperando a ver qué hay de cena». «No te preocupes, que lo tengo todo controlado. Es que mi jefe me está preguntando un tema delicado». «Es mi novio; si no le contesto rápido se agobia». Todo son excusas a la hora de desviar la mirada de la carretera y coger el teléfono, ese apéndice de nuestro cuerpo, como lo define en estas páginas Teo Peñarroja. Algo que te quita la atención un solo segundo de la conducción y que realizamos demasiadas veces —menos mal que se han endurecido las infracciones por utilizar el móvil durante la conducción y las penas por matar a alguien al volante—. Eso mismo pensaría el conductor que segó la vida del hijo de María Ángeles aquel fatídico día en que se desvió de carril por atender la llamada. Sucedió hace 17 años y solo le supuso pagar 180 euros. Poco después su padre, muerto en vida, quiso acompañar a su hijo al más allá. De esposa y madre a viuda y… Vaya, tan contra natura es perder a un hijo que no existe palabra para nombrarlo. Gracias a su fe, nos cuenta, se sostiene. Y se afana en dar charlas para recordar a los conductores que no todo «está controlao».