Todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado - Alfa y Omega

Todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado

Jueves. San Antonio de Padua, presbítero y doctor de la Iglesia / Mateo 5, 20-26

Carlos Pérez Laporta
Ilustración: Freepik.

Evangelio: Mateo 5, 20-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio.

Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la gehenna del fuego.

Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con

tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».

Comentario

«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos».

¿Cuál es esa justicia tan grande? Esa justicia es la santidad, que trasciende los conceptos de justo e injusto y los lleva a su cumplimiento. La justicia está hecha para que dar a cada uno según le corresponda. La medida humana de esa justicia es limitada a las posibilidades de cada momento y a los actos de los hombres. Pero a cada hombre, según la medida divina, le corresponde todo el amor y el perdón de Dios, porque Dios libremente así lo ha decidido.

Esa es la santidad que pide a los hombres: dar a cada uno, no lo que le correspondería humanamente, sino lo que Dios quiere darle. Por eso, con independencia de lo que haya sucedido «vete primero a reconciliarte con tu hermano», y con alguien estás en deuda o algo te adeudan a ti ten la disposición de «arreglarte enseguida». Sin esa disposición interna la justicia humana se queda a medio camino, e incluso se retuerce para buscar provecho.