Tirita y alivio para las enfermedades de cuerpo y alma
Ante las noches de vómitos tras una quimioterapia. Junto a la angustia de una madre que no sabe si su hijo se va a morir
La gran urbe suele ser el paradigma de muchas cosas. Todo lo que pasa en el corazón de la city puede servir como experiencia para otros lugares más reducidos, más lentos. En lo bueno y en lo malo. Madrid es la capital de la prisa, de las relaciones frágiles y de la soledad. También lo es de la alegría, de la apertura, de la diferencia, de la entrega. El tema que nos ocupa esta semana es el diagnóstico de las enfermedades que afectan y cómo la Iglesia se ocupa de paliar el dolor, acompañar el sufrimiento y aliviar la angustia. Según el último informe de la Comunidad de Madrid sobre el estado de salud general de la población, el enemigo número uno sigue siendo el cáncer, palabra aún tabú para unos; para otros tan desgraciadamente familiar que ni siquiera se le da el rigor y la presencia que requiere cuando dinamita la vida de una familia. Ahí, ante las interminables horas de espera para recibir el diagnóstico de una prueba. Ante las noches de malestar y vómitos tras una quimioterapia. Junto a la angustia de una madre que no sabe si su hijo se va a morir o cuánto durará su presencia en esta tierra, acurrucado junto a ella. Ahí los capellanes de hospital, las religiosas cuya vocación es la hospitalaria, los sacerdotes que oran constantemente por los enfermos, son tirita y alivio. No quedan atrás las enfermedades mentales y las que el informe llama «externas», que juntas dan una cifra lamentablemente demasiado elevada. Parecen invisibles, pero hacen el mismo o más daño que las del cuerpo. En este estado del bienestar alargado que nos ha tocado vivir, la cabeza no deja lugar a la esperanza, en ocasiones, y el desamparo para quien no tiene red familiar o amistosa es manifiesto. Y ahí, volvemos, está la Iglesia que peregrina en la capital. Con los centros de escucha diseminados por las parroquias. Con el SARCU, el servicio de atención a urgencias religiosas (913 717 717), que de diez de la noche a siete de la mañana tiene a una persona al otro lado de la línea. El amor al prójimo en toda su verdad y trascendencia.