Tierra Santa se llena de violencia y represión - Alfa y Omega

Tierra Santa se llena de violencia y represión

El Gobierno israelí aprueba nuevas medidas contra los palestinos tras los atentados en Jerusalén, mientras se suceden los ataques contra cristianos

P. J. Armengou
Manifestantes palestinos bloquean una carretera en Jericó el pasado lunes, tras la incursión de fuerzas israelíes. Foto: AFP / Ahmad Gharabli.

El nuevo año ha traído más violencia y represión a Tierra Santa. En lo que va de 2023, más de 40 palestinos y siete israelíes han muerto. La actual escalada de la violencia estalló el 26 de enero, tras una incursión militar israelí en Jenin, en la que murieron nueve palestinos y a la que siguieron un sangriento atentado cerca de una sinagoga de Jerusalén, el día 27, y hasta tres ataques árabes más contra civiles y militares israelíes. A su vez, el Gobierno del primer ministro, Benjamin Netanyahu, incrementó las acciones militares contra grupos armados palestinos —que ya han dejado numerosos muertos—, ordenó la detención de decenas de personas y aprobó nuevas medidas de protección y represalia.

En concreto, el Ejecutivo israelí decidió revocar las prestaciones y derechos sociales —como el acceso a la sanidad— a los familiares de los terroristas y estudia la posibilidad de retirarles también el carnet de identidad. Además, aunque ya existe una ley que permite demoler las viviendas de los terroristas, decidió que se podrán precintar automáticamente cuando haya un ataque. También se facilitará el acceso a las licencias de armas para permitir que «miles de ciudadanos más» las porten y se fortalecerán los asentamientos judíos en Cisjordania. Actualmente, más de 450.000 israelíes viven en 114 colonias situadas en territorio ocupado y consideradas ilegales por la comunidad internacional.

El Gobierno de Netanyahu, formado por partidos conservadores, religiosos y de extrema derecha, ya aprobó la expansión de los asentamientos en esta zona, legalizó colonias que el mismo Gobierno israelí consideraba ilegales y prevé aumentar la presencia militar y de colonos en los territorios palestinos. También se dio el visto bueno a normas que fomentan la ocupación y atentan contra los derechos de los árabes, como la que prohíbe la exhibición de banderas palestinas en Israel. «Hay un cambio claro de estrategia entre el Gobierno anterior y el de Netanyahu. Bennett y Lapid intentaron controlar a los palestinos y mantener la ocupación, pero el nuevo Ejecutivo pretende anexionar Cisjordania, aumentar las incursiones y poner más asentamientos. Creen que pueden ganar si mantienen la escalada», explica el activista Jafar Farah, director de un centro dedicado a defender los derechos de los árabes israelíes.

Ataques diarios

A diferencia de Farah, el investigador del European Council on Foreign Relations (ECFR), Hugh Lovatt, considera que la actual escalada no es algo atribuible únicamente al nuevo Gobierno y recuerda que en 2022, cuando Netanyahu aún no gobernaba, murieron 146 palestinos. Fue el año más mortífero para los árabes en casi dos décadas. También murieron 29 israelíes. «Lo que ha alimentado esta ira palestina no es la posibilidad de anexionar Cisjordania, sino las microagresiones y ataques diarios que hace tiempo que suceden», opina.

Por su parte, el analista Avi Melamed, antiguo miembro de la inteligencia israelí, asegura que, aunque los mandatarios actuales «no ayudan a estabilizar la situación», la actual escalada de violencia «no es directamente atribuible al nuevo Ejecutivo», sino a la debilidad del Gobierno palestino y a los esfuerzos de Hamás por desestabilizarlo, así como a la aparición de nuevos grupos armados en Cisjordania.

Israel
Población:

9,5 millones

Religión:

Judíos, 74 %; musulmanes, 18 %;  cristianos, 4 %, y otros, 6 %

Renta per cápita:

37.386 euros

En cualquier caso, lo cierto es que las acciones de Israel y los atentados palestinos solo ayudan a ahondar los odios entre ambos. Lo decía el mismo Papa Francisco el pasado 29 de enero —«la espiral de muerte que aumenta día a día no hace más que cerrar los pocos indicios de confianza que existen entre los dos pueblos»—, y también lo corroboran los datos. Según diversas encuestas, el 80 % de los judíos israelíes opina que hay que apartar a los árabes israelíes de las decisiones importantes del país; y el 72 % de los palestinos apoya la formación de más grupos armados en Cisjordania. Además, el porcentaje de israelíes que creen que la situación en Israel es buena cayó del 53 al 25 % en 2022 y el 70 % de los palestinos temía una guerra interna entre facciones armadas palestinas y la Autoridad Nacional Palestina.

En medio de esta polarización y desafección, los cristianos árabes se mantienen como un actor colateral. En las últimas semanas ha sido especialmente evidente el incremento de los ataques por parte de extremistas judíos. Dos jóvenes destrozaron tumbas de un cementerio anglicano a principios de año, grupos nacionalistas vandalizaron el convento armenio días después, decenas de extremistas atacaron varios negocios cristianos en la ciudad antigua el 28 de enero y el 2 de febrero un judío norteamericano destrozó una estatua de Cristo de la iglesia de la Flagelación de Jerusalén, alegando que «no se pueden tener ídolos» en la ciudad.