Pequeño musical canalla, o presunta apuesta innovadora dentro del formato de Nu Cabaret, The Lovers es la única muestra —concebida como comedia— interpretada en estos momentos en Madrid por sólo una artista. El espectáculo, gamberro, escrito y dirigido por la actriz Roma Calderón desde una visión nihilista del mundo, y expresado desde un estrato social muy underground, se encuentra estructurado en tres actos y despeja la incógnita, en pleno siglo XXI, de que el ser humano está hecho para amar… No sé dónde vamos a llegar.
En este show, la arrolladora y simpática actriz Roma Calderón invita a los espectadores a un viaje inolvidable a lo largo de su agitada vida amorosa, invita a los espectadores a un viaje inolvidable a lo largo de su agitada vida amorosa, plagada de encuentros y desencuentros, amantes fortuitos y algunas técnicas de seducción —a cada cual más hortera— que no siempre funcionan, en las que la intérprete no deja títere con cabeza.
Calderón —siempre en paños menores en la escena— intenta hacer una comedia bufa a partir de las desgracias sentimentales de las que ha sido presa, y para ello se apoya en coreografías delirantes y música en directo, todo ello durante casi dos horas sin descanso en los que la actriz multidisciplinar baila, canta e interpreta temas propios —lo cual le supone un esfuerzo físico muy importante— acompañada, exclusivamente, de un micrófono y un loop station. Se ve que Roma entiende el cabaret como una expresión mestiza, por eso algunas de sus propuestas escénicas son musicales multimedia, desfiles-espectáculo y conciertos teatralizados.
En este monólogo, la intérprete da todo de sí y, como espectáculo, la función resulta muy animada, levanta las carcajadas del público, con quien interactúa y hace partícipe directo en todo momento, y se aprecian sus excepcionales cualidades en materia de actriz, cantante y bailarina. Además, aprovecha todo el espacio escénico que facilita el Teatro Alfil para moverse por él como cualquier don permita.
Tal vez, esa facilidad de empatía con el público venga gracias a la espontaneidad que desprende por sí misma la actriz, aunque su punto más deficiente sea la armadura del relato. Principalmente, porque de él se extrae la idea del carpe diem sin aspiraciones ni motivaciones, o dicho de otro modo, un culto al dolce far niente, dirigidos a un público muy concreto, el resultado definitivo es mediocre, barriobajero, muy underground que, sin embargo y paradójicamente, resulta práctico y útil para el respetable que sigue riéndose con las desgracias ajenas, algo que es difícil de comprender.
No es raro afirmar, por tanto, que de rondón el espectáculo también introduzca «perlas» sobre la actualidad española, en este caso de carácter religioso, seguramente para introducir un contraste entre tanto discurso hipersexualizado. En cualquier caso no se entiende que para buscar la risa fácil siempre haya que recurrir a lo barato, a lo tópico, a lo mil veces visto y oído en otros foros o areópagos teatrales, lo cual pone en evidencia la escasez de patrimonio cultural de la artista. Suena muy impostado introducir al Papa con el asunto de que «el onanismo es una forma de aborto», o que para anunciar una acción concreta, supuestamente novedosa, vaya antes precedida del «copón bendito».
Sea por tradición cultural insatisfecha, o sea para darle al espectador un espectáculo estereotipado, ligero, apoyado en la frágil tibieza de lo mundano, Roma Calderón, su espacio sonoro y sus juegos de luces resultan deslumbrantes. Lo que falla, y por lo que The Lovers se cae, es por su incapacidad de elevar un poco su débil nivel argumental.
★★☆☆☆
Teatro Alfil
Calle del Pez, 10
Tribunal, Noviciado, Callao
OBRA FINALIZADA