Teodoro cantaba a su ritmo - Alfa y Omega

Fue este domingo cuando, con toda su buena voluntad, a Paula se le ocurrió invitar a Teodoro para que se uniese al pequeño coro que anima la Eucaristía dominical. Paula se había dado cuenta que Teodoro cantaba bien. Podía ayudar con su voz al coro y a la comunidad. Hasta aquí todo correcto. Pero comenzaron a cantar y algo no funcionó. Teodoro cantaba bien y fuerte, pero a su ritmo. Ese día no se acertó ni con el ritmo ni con el tono, había nervios, resultaba un poco desbarajuste.

Yo soy muy malo con la música, pero sí que me di cuenta de que no solo se trata de tener buena voz; es importante escuchar. Escuchar a los otros a la hora de cantar y a la hora de vivir. Si no escuchamos no hacemos ni música ni comunidad, ni pueblo, ni Reino.

Lo sucedido en la Eucaristía me ha ayudado a reflexionar sobre la escucha, sobre estar atentos a los demás, cantar y caminar juntos. ¿Qué comunidad, qué pueblo hacemos si no estamos atentos a los demás, atentos a los más necesitados? No haremos un camino común, sino una carrera a ver quién es el primero, quién corre o destaca más. No podemos hacer ni de la comunidad ni de la vida un espectáculo.

Para cantar y para vivir tenemos que ayudarnos a saber escuchar, a estar atentos a la vida, a la voz de Dios. Y desde ahí dar un paso más: que sea una escucha llena de ternura, que arrope, que te sientas acogido. Y una escucha honda que va más allá de lo superficial, de lo primero que se nos ocurre.

Más de una vez nos preguntamos si Dios nos escucha. Quizás la pregunta más acertada pudiera ser ¿cómo escuchar más a Dios y a la vida? o ¿cómo escuchar a Dios en medio de nuestra vida? Y sí, después sentirnos escuchados por Él y por el vecino.