Tenía aversión a las agujas, pero su sangre salvó a 2,4 millones de bebés
Fallece en Australia James Harrison, cuyas donaciones de plasma ayudaron a prevenir la enfermedad hemolítica del recién nacido
En 2005, el Libro Guinness de los Récords le reconoció como la persona que había donado más plasma sanguíneo en el mundo. Se trata de James Harrison, un auténtico dador de vida australiano, que falleció el martes a los 88 años de edad, después de haber salvado la vida a 2,4 millones de bebés con su sangre.
A pesar de su aversión a las agujas, lo que le hacía retirar la mirada cuando le extraían sangre, realizó 1.173 donaciones desde que cumplió 18 años en 1954 hasta que se vio obligado a dejar de hacerlo por imperativo legal en 2018, a los 81 años. Por semejante proeza, era conocido como como «el Hombre del Brazo de Oro» en el departamento de donaciones de sangre de la Cruz Roja Australiana.
A los 14 años, Harrison tuvo que someterse a una cirugía de tórax mayor, durante la cual recibió 13 litros de sangre para salir adelante. Cuando despertó de la operación, su padre le contó que estaba vivo gracias a la generosidad de muchas personas que habían donado su sangre para él, así que se decidió a hacer lo mismo en cuanto pudiera. Así, cuando cumplió los 18 años hizo su primera donación, algo que no dejó de hacer durante el resto de su vida.

Con el tiempo, los médicos descubrieron que su sangre contenía un anticuerpo poco común que podía usarse en el tratamiento para prevenir la enfermedad hemolítica del recién nacido, en la que el sistema inmunológico de una mujer embarazada ataca los glóbulos rojos de su feto.
Cada 15 días, durante 63 años, Harrison fue fiel a su cita con la aguja. «Estaba muy orgulloso de haber salvado tantas vidas sin costo ni dolor. Le alegraba escuchar sobre las muchas familias como la nuestra, que existían gracias a su generosidad», ha afirmado tras su fallecimiento su hija, Tracey Mellowship. «Siempre decía que donar no duele, y que la vida que salvas podría ser la tuya propia», ha añadido.
Hoy, James Harrison es considerado un héroe nacional y llegó a recibir la Medalla de la Orden de Australia en reconocimiento a su labor.