Chioma, víctima del grupo terrorista Boko Haram: «Tengo el corazón roto, pero nunca perderé la fe»
La parroquia de Santa Teresa de Madalla está situada a las afueras de Abuya, la capital de Nigeria. El 25 de diciembre de 2011, día de Navidad, los parroquianos estaban vestidos con sus mejores galas. Jesús venía al mundo y en Nigeria, como en todos los países africanos, celebran las fiestas litúrgicas por todo lo alto. El ambiente era muy festivo, niños y mayores estaban alegres. El coro cantó mejor que nunca y la iglesia estaba abarrotada. Entre la multitud, parte de la familia Dike.
¿Qué pasó aquel día de Navidad?
En Nigeria amanece muy pronto y la Misa de Navidad también se celebra pronto. Hacia las seis de la mañana mi marido Williams Dike y tres de mis hijos se fueron hacia la iglesia, dos varones y una niña.
¿Usted no fue a la Misa?
No, yo me quedé en casa preparando la comida de Navidad para toda la familia.
Hasta que oyó una fortísima explosión…
Fue ensordecedor. Cuando acabó la Misa mi marido y mis tres hijos se quedaron en la puerta principal de la iglesia hablando con el resto de la gente. De repente se encontraron con que un coche se dirigió a gran velocidad hacia la puerta principal del templo y luego explotó la bomba.
Ese día perdieron la vida 45 personas y 81 resultaron heridas. ¿Su familia también?
Sí, mi marido y mis hijos murieron; uno de ellos se llamaba Emmanuel y tenía 4 años de edad.
¿Cómo ha podido mantenerse en pie? ¿Ha cerrado esa herida?
No, yo tengo el corazón todavía totalmente roto. Pongo toda mi vida en manos del Señor. Ninguna persona puede ayudarme. Solo Dios puede consolarme y estoy segura de que nunca perderé la fe. Solo les pido que recen para que el Señor nos proteja aquí en Nigeria.
Ese mismo día, Boko Haram cometió varios atentados contra otras iglesias católicas del país. Este grupo fundamentalista, cuyo nombre significa «la educación occidental es pecado», quiere imponer en toda el África subsahariana la ley islámica. Los terroristas han asesinado solo en 2015 a más de 1.000 personas.
«Me llamo Chioma. Soy católica en Nigeria. Ahora estoy viuda. Los terroristas de Boko Haram atentaron contra la Iglesia y mataron a mi marido y a tres de mis hijos. Fue el 25 de diciembre. Desde entonces ninguna Navidad es igual. Los católicos en mi país somos uno de los objetivos de los terroristas islamistas. Nos jugamos literalmente la vida por asistir a la Misa dominical. Sin embargo, la fe no hace más que robustecerse en la persecución».