Templanza y caridad - Alfa y Omega

El pontificado de Pío XI ocupa el intenso ciclo de entreguerras, caracterizado por una creciente incertidumbre. En este periodo histórico el capitalismo muestra sus logros productivos y, al mismo tiempo, surgen sus contradicciones más intensas, incluida la Gran Depresión de 1929. Además, los totalitarismos emergen como fuerza alternativa en el panorama político europeo.

En este contexto aparece la Quadragesimo anno, conmemorando los 40 años de la Rerum novarum, con un objetivo muy ambicioso: «La restauración del orden social y su perfeccionamiento de conformidad con la ley evangélica». Para esta restauración, Pío XI ve necesaria una doble perspectiva: «la reforma de las instituciones y la enmienda de las costumbres» (QA, 77). La definición del principio de subsidiaridad (QA, 79), como dinamismo esencial para la potenciación de todo el cuerpo social; la primera aparición del concepto de justicia social en el magisterio social de la Iglesia (QA, 58) en referencia al bien común, y la apuesta decidida por el salario familiar (QA, 71), que hoy llamaríamos rentas de los hogares, proponen unos ejes necesarios para la transformación de las instituciones.

Ahora bien, también el Papa es consciente de que, sin un cambio en las actitudes y hábitos sociales, es imposible transformar la realidad. Sin romper con el desmedido afán de lucro, desde la «templanza cristiana» (QA, 136) que considera la producción de bienes como un mero medio y no un fin en sí mismo, y una sólida expansión de la «caridad cristiana» (QA, 137), como complemento imprescindible de la justicia, no hay transformación social.

La pandemia y sus consecuencias hacen necesaria una «reforma de las instituciones y enmienda de las costumbres». No estaría de más hacer una mirada renovada a la Quadragesimo anno, escrita para años convulsos como los que vivimos.