Susan Kinyua: «Mujer a mujer, vamos cambiando nuestro país» - Alfa y Omega

Susan Kinyua: «Mujer a mujer, vamos cambiando nuestro país»

De trabajar en un banco a ofrecer a las mujeres conocimientos de negocios, esta keniana ha sido galardonada con el Premio Harambee 2024

Ester Medina
Susan Kinyua impartiendo una de las clases del programa Fanikisha en el poblado de Karuri, cerca de Nairobi
Susan Kinyua impartiendo una de las clases del programa Fanikisha en el poblado de Karuri, cerca de Nairobi. Foto: ONGD Harambee.

Es usted economista y comenzó trabajando en un banco. ¿Por qué decidió centrarse después en la promoción de la mujer?
Esos años que estuve trabajando en el sector de las finanzas me vinieron muy bien, porque me dieron la base para hacer el trabajo que estoy haciendo ahora mismo. Sin embargo, después de un tiempo allí decidí enfocarme en mujeres que necesitaban que alguien hablara por ellas y que las formaran, tanto en la parte personal como en la profesional. Eso fue lo que me impulsó a cambiar de sector.

¿Cuál es la situación de la mujer actualmente en Kenia?
Hay situaciones muy variadas pero, por ejemplo, las mujeres con las que trabajo son, en su mayoría, analfabetas. Lo bueno es que lo que hace una inmediatamente se lo cuenta a la amiga, a la tía y al resto de la comunidad. Y eso va formando poco a poco un círculo para salir de la pobreza. Además, si es difícil la educación de los varones, imagina la de las mujeres. El hombre es el que estudia para continuar el linaje de la familia. Incluso hoy en día se sigue teniendo la conciencia de que las mujeres no tienen por qué estudiar. Nosotros lo que hacemos es, mujer a mujer, ir cambiando el país.

¿De dónde le viene esa sensibilidad por las mujeres más pobres?
A todos nos llega un punto en el que nos planteamos qué estamos haciendo con nuestra vida. A mí me llegó después de esos 12 años trabajando en el sector de la banca. Entonces decidí involucrarme en la formación de mujeres para ofrecerles conocimientos de negocios. En seis meses hemos ayudado a 4.500 mujeres y el 80 % ha duplicado sus ingresos. No son solo un número, sino que cada una de ellas tiene una familia. Yo, en mi casa, intento inculcar a mis hijos esa necesidad de servir a los demás. Estoy casada, tengo tres niños, dos nietos y uno en camino. Tengo pasión por la familia y, en Kenia, es muy importante la familia. Hacer cosas por ella conecta mucho con los valores que tiene Harambee, porque todo lo intentamos hacer juntos.

¿Cómo nace Kianda Foundation?
Kianda lleva existiendo 63 años. Al principio quisimos construir un colegio, pero existía la ley del apartheid y nos dijeron que no podíamos tener bajo el mismo techo a niños asiáticos, africanos y blancos. Así que lo que hicimos fue crear una especie de «consulado» donde pudimos funcionar con leyes distintas a las del país y así educar a niños de etnias diferentes juntos.

¿Cuál es su función en la fundación?
Mi función concreta está relacionada con el trabajo de campo, la coordinación de voluntarios y hablar con los jefes de los pueblos. Además, anuncio los programas en los sitios a los que vamos para que la gente se acerque y se forme, y me aseguro de que haya suficiente gente interesada. También elaboro informes para los donantes.

Premio

• Desde 1961, Kianda Foundation ha tenido un valioso impacto en más de 600.000 personas de Kenia, especialmente mujeres y niñas.

• La dotación irá destinada al Programa de Apoyo a Mujeres Empresarias Fanikisha, que capacita a mujeres en suburbios urbanos y entornos rurales.

80 % de las mujeres a las que han ayudado desde Kianda Foundation han duplicado sus ingresos.

Además, es coordinadora de proyectos. ¿Qué programas concretos están llevando a cabo?
Fanikisha, por ejemplo, es un programa que comencé hace 22 años para ayudar a mujeres que no podían ir a ningún lado a buscar ayuda. Les damos formación empresarial y de negocio. Hacemos hincapié en cosas tan básicas como la puntualidad en los horarios o la conciliación entre familia y trabajo. Para mí, es un arte y una ciencia. En otros proyectos nos enfocamos más en enseñar cosas relacionadas con la higiene, la cocina o el cuidado personal, porque no tienen ni esos conocimientos básicos. También valores nutricionales para que puedan alimentar bien a sus familias. Estamos experimentando que, con cambios muy pequeños, es muy fácil que la familia salga adelante. En definitiva, estamos intentando mejorar el nivel de vida de esas mujeres.

En este camino de la promoción de la mujer, ¿cuáles son los principales retos a los que se enfrentan?
Principalmente que las mujeres son las mismas que cuidan a los hijos, que limpian la casa y las que tienen que trabajar para traer algo de sustento a la familia. Muchas veces lo que les dificulta asistir a las clases son las labores que tienen que hacer para salir adelante. Por parte del Gobierno no nos ponen problemas. Es verdad que podrían ayudarnos más, pero saben que estamos haciendo el trabajo que deberían hacer ellos, así que están contentos con nosotros. Otro reto importante es la salud mental en las mujeres, especialmente entre 30 y 40 años, porque es el momento en el que se sienten más solas en sus casas. Ya sea porque los hijos empiezan con las drogas y la bebida o porque el marido las abandona. Es un problema importante, porque empiezan a llegar ideas suicidas. En los últimos tres años nos estamos formando en terapia para estar a su lado.

¿Por qué es importante el desarrollo integral de las mujeres?
La persona es un todo, y todo influye. No te puedes centrar solo en el desarrollo económico, por ejemplo, sino que hay que cultivar también el valor del matrimonio y los hijos, la higiene y la casa. Hay que cuidar a la persona en su totalidad para que pueda avanzar; si no, no es suficiente. Para nosotros es importantísima la dignidad de la persona. Si eres un ser humano, eso es todo lo que importa. Además, estamos convencidos de que ayudando a la mujer impactamos en toda la comunidad.

Desde la distancia, ¿de qué manera podemos contribuir nosotros a esa promoción?
De varias maneras. Por ejemplo, con una colaboración económica, que empleamos en gasolina para ir a los pueblos y que está actualmente carísima, y también en sueldos y gastos de logística. También nos ayudáis rezando por nosotros y contando lo que hacemos; eso ayuda a la sensibilización.