Florence Jacqueline Achieng Oloo: «La investigación científica en África ha dado un salto a mejor» - Alfa y Omega

Florence Jacqueline Achieng Oloo: «La investigación científica en África ha dado un salto a mejor»

La fundadora del Comité Ético de Strathmore, que vela por que los ensayos científicos en todo el continente respeten los derechos humanos, recibió el pasado miércoles el Premio Harambee

María Martínez López
La doctora Oloo entrega su diploma a una de las mujeres formadas en el Centro Jakana. Foto: Harambee.

¿Goza de salud la investigación científica en África?
Ha dado un salto a mejor. Sí, hay una carga desproporcionadamente alta de enfermedades. La buena noticia es que hay científicos africanos abordando estas cuestiones a nivel mundial. Gracias a la financiación de grupos farmacéuticos que han formado a africanos y han construido instalaciones de investigación equiparables a las del primer mundo, la investigación ha alcanzado nuevos ámbitos. Y ha habido un esfuerzo para animar a regresar a los científicos jóvenes que se fueron al extranjero.

¿Por qué es importante esto?
En primer lugar, la población africana tiene un acervo genético más diverso, de forma que cuando se hacen ensayos clínicos en África los resultados son ligeramente diferentes que entre caucásicos. Por ejemplo, cuando empezó el VIH y las medicinas se fabricaban fuera, las dosis resultaban demasiado elevadas para la gente de aquí y se morían.

¿Es igual de importante que los investigadores sean africanos?
Sí, porque entienden el contexto. Por ejemplo, en muchos lugares de África no puedes contar solo con el consentimiento de una mujer. Tienes que implicar al marido y, a veces, a la comunidad. Cuando nos llegan protocolos de investigación para analizar, tienen que tener un anexo sobre el ambiente del lugar específico de la investigación. Además, todos los que hacen estas labores necesitan certificados que demuestren que pueden hacer ensayos con los más altos estándares internacionales.

El Comité Ético de la Universidad Strathmore, que usted fundó, revisa 300 investigaciones al año. ¿Cuáles le han resultado más significativas?
Las que tienen mayor impacto son las de ciencias sociales. En una se descubrió que muchas mujeres no sabían cómo acceder a la cobertura médica. No se anunciaba de forma adecuada. Hay que descubrir y abordar esos vacíos.

¿Velan también por la ética en las investigaciones sociales?
La protección de la dignidad de la persona está por encima de todo. Digamos que quieres investigar en zonas de población vulnerable como los barrios chabolistas. Quizá tienes que hacer preguntas muy íntimas que hagan sentir incómoda a la gente y que vayan más allá de aquello para lo que dieron su consentimiento, como cuántos maridos tienen. Esos cuestionarios tienen que aprobarse y se debe crear un entorno en el que se pueda preguntar.

¿Por qué se vio esta necesidad de establecer mecanismos de control?
Porque había abusos, no solo en África, sino en todo el mundo. En Kenia los hubo, pero no tan graves como en otros países. Hace unos 15 años, por ejemplo, para investigar el VIH se tomaron muestras de grupos vulnerables. Se descubrió que algunas prostitutas no se estaban contagiando, tenían algún tipo de inmunidad. Cuando con esos datos se desarrollaron medicamentos, al principio no se pusieron a disposición de los grupos que participaron en el estudio. Por eso, se reguló que los participantes deben beneficiarse de los resultados.

¿La desconfianza hacia la vacuna de la COVID-19 se debe a hechos así?
No creo. La COVID-19 irrumpió de repente y desde el ámbito médico no se explicaron las cosas de forma adecuada. Mucha gente recibía información de las redes sociales, que son el peor educador. Para cuando llegó la información correcta, muchos ya tenían una opinión sesgada. Ahora hay más conciencia, saben cómo funcionan las vacunas. Si deciden no vacunarse, es su decisión.

Pero se destruyen muchísimas dosis. ¿Llegaron las campañas de vacunación a todos los africanos?
Cada gobierno hizo lo que pudo para educar y animar a la gente y para que la vacuna estuviera disponible. Al principio el acceso fue problemático, pero finalmente llegaron y ahora tenemos dosis suficientes. La gente que quiere puede vacunarse.

Con el importe del Premio Harambee a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana ampliará el centro para mujeres Jakana-Kanyawegi, que ha impulsado. ¿Quiénes se beneficiarán?
Jakana es un centro cultural en Kisumu que ofrece programas a mujeres de 18 a 30 años. Las chicas y mujeres de la región se enfrentan a desafíos como los embarazos adolescentes, el matrimonio infantil o precoz, la infección por VIH y la violencia basada en el sexo. Como respuesta, Jakana creó un curso de panadería y repostería de tres meses, con formación básica para crear y dirigir un negocio y conocimientos financieros. El objetivo principal es inculcar competencias de liderazgo para mejorar su autoestima y capacitarlas para iniciar y dirigir el cambio socioeconómico en sus comunidades. Queremos capacitarlas para que sean capaces de abrirse camino a través de los desafíos.

Llega la vacuna contra la malaria

Para Oloo, un ejemplo de investigación bien hecha en África es el desarrollo de la vacuna RTS,S contra la malaria, llevado a cabo a lo largo de 15 años por científicos africanos. Como fruto, «en Kenia empezó la vacunación hace dos semanas». Los ensayos se realizaron «aquí en África, en zonas endémicas» de distintos países. Se comprobó que «evitaba que los niños de hasta 5 años desarrollaran complicaciones graves», y «la OMS autorizó introducirla en los países a través de la plataforma para el acceso a las vacunas GAVI».