Sudán sigue «en la oscuridad», lamenta el presidente de los obispos

Sudán sigue «en la oscuridad», lamenta el presidente de los obispos

El obispo de El Obeid, Yunan Tombe Trille, afirma a Alfa y Omega que el recién dimitido primer ministro Abdallah Hamdok no había perdido el apoyo público, pero tampoco logró una hoja de ruta para la transición que pudiera ser «aceptada por todos»

María Martínez López
Manifestación en Sudán
Manifestación en Jartum, capital de Sudán, el 2 de enero. Foto: AFP.

Tras la dimisión el domingo del primer ministro sudanés Abdallah Hamdok, el obispo de El Obeid, Yunan Tombe Trille Kuku, afirma que «no sabemos qué va a ocurrir. Estamos en la oscuridad», subraya en conversación con Alfa y Omega un día después de que Hamdok, depuesto en el golpe de Estado del 25 de octubre, renunciara al cargo que había recuperado hace solo seis semanas.

«Anuncio mi dimisión del puesto del primer ministro para dejar la oportunidad a un hijo o hija de esta patria generosa para liderarla y dirigirla durante lo que queda del periodo de transición hacia un Estado civil y democrático», dijo Hamdok en un discurso a la nación el domingo.

Aunque no explicó explícitamente la razón por la que tomaba esta decisión, tuvo palabras de aprecio para «los hombres y mujeres jóvenes de los comités de resistencia», los responsables de convocar las jornadas de protesta contra el golpe de Estado y a favor de un Gobierno civil. «Lo habéis hecho bien y vuestra firmeza fue inspiradora y dio forma a las características de un nuevo Sudán», afirmó.

En cambio, a los militares les señaló que «el pueblo es la máxima autoridad soberana, y las fuerzas armadas son las fuerzas de este pueblo que cumplen sus órdenes». Este lunes, el periódico catarí Al Sharq informaba de que la Junta Militar podía haber designado como nuevo primer ministro a Ibrahim Elbadawi, que fue ministro de Finanzas de septiembre de 2019 a julio de 2020.

«La gente está decepcionada»

La dimisión de Hamdok se produjo horas después de una nueva jornada de manifestaciones. Se saldó con la muerte de tres personas, lo que eleva a 57 los fallecidos en las protestas contra el golpe de Estado. Estas continuaron cuando el 21 de noviembre Hamdok firmó un pacto con el líder militar del país, Abdelfatah al Burhan, para recuperar su puesto y formar un gabinete de tecnócratas sin la participación de los movimientos civiles que lideraron la revolución de 2019. Seis semanas después, no había sido capaz de reunir un gabinete.

La mayoría de las sociales que lo habían llevado al poder consideró el pacto como una traición. Durante su discurso, el hasta entonces primer ministro defendió que su acuerdo con los militares fue «un intento más de llevar a las partes a la mesa de diálogo y acordar una hoja de ruta para cumplir el resto del período de transición». Además, afirmó que «el país atraviesa un peligroso punto de inflexión que puede amenazar toda su supervivencia», lo que achacó a los desacuerdos y los conflictos entre los distintos componentes de la transición.

A pesar de todo, el también presidente de la Conferencia Episcopal de Sudán no cree que la dimisión de Hamdok se deba a «una pérdida de apoyo público», pues «la mayoría de la gente seguía estando detrás de él», así como la comunidad internacional. Asegura que «la gente está decepcionada», pues creen que «debería haber seguido intentándolo hasta las elecciones», previstas para julio de 2023.

Sin liderazgo claro

Pero hubo una «falta de planificación» para dar forma a una transición que pudiera ser «aceptada por todos». «Hay muchos grupos» en conflicto, falta «un liderazgo claro», y a ello se suman las maniobras de «los islamistas», que apoyaban a Al Bashir. Por ello, renueva su llamamiento a que todas las partes implicadas «se sienten, dialoguen y encuentren la forma de seguir avanzando» en la transición del país hacia la democracia.

Enlaza así con su mensaje de Navidad, en el que recordaba que la revolución popular que en 2019 terminó con el derrocamiento de Omar al Bashir tras 30 años en el poder buscaba «libertad, paz, justicia y un país que acoja a todos y busque cambiar y construir un nuevo Sudán en el que todos sean iguales, como un pueblo y una nación». Ese nuevo país «es mejor con la cooperación de todos los orgullosos sudaneses, militares o civiles, sin odio tribal ni racismo». Tombe Trille remarcaba además que «la seguridad de Sudán» no es otra que «la seguridad de los hermanos y hermanas sudaneses».