Solidaridad con monseñor Reig Plà - Alfa y Omega

Solidaridad con monseñor Reig Plà

Redacción

Los obispos de la Provincia Eclesiástica de Madrid (Madrid, Getafe y Alcalá de Henares) han hecho pública una nota «sobre determinadas injerencias en la diócesis de Alcalá de Henares», después de que, la pasada semana, el ayuntamiento de esta localidad madrileña aprobara una moción que veta la presencia de monseñor Juan Antonio Reig Plà en actos oficiales, por haber expresado públicamente la doctrina de la Iglesia acerca de la homosexualidad. La Provincia Eclesiástica «se adhiere plenamente al comunicado hecho público por el obispado de Alcalá». En el texto, la diócesis comienza mostrando «su respeto por todas las personas, independientemente de su condición, y por todas las autoridades legítimamente constituidas»; y, desde ese respeto, recuerda también «la inviolabilidad del derecho humano fundamental a la libertad religiosa. Ninguna institución humana está legitimada para juzgar y, menos aún, impedir que se enseñen los contenidos de la doctrina católica. Además, cuando tal juicio e intento de conculcar la libertad religiosa procede formalmente de una institución política, se produce una triste e intolerable violación de los derechos humanos y del principio de separación Iglesia-Estado». Por otra parte, el comunicado remite a la web de la diócesis, donde se recoge la doctrina católica «en lo que se refiere a las personas con atracción sexual por el mismo sexo y la acogida pastoral que se les debe desde el amor y la verdad».

El pasado domingo, las parroquias de Alcalá mostraron su solidaridad y cariño al obispo. Tras una ordenación sacerdotal en la catedral, los fieles prorrumpieron en aplausos, al grito de ¡Viva el obispo!

Siguen también llegando muestras de cercanía desde otras diócesis. El viernes, la archidiócesis de Oviedo hizo públicas unas declaraciones de monseñor Jesús Sanz, con el título Mi solidaridad con el obispo, mi respeto a los homosexuales. «Monseñor Juan Antonio Reig está siendo objeto de una dura ofensiva por la que, en nombre de pretendidas tolerancias que tienen el rasero mezquinamente ideologizado, le dicen todo tipo de lindezas: que se vaya, que se calle, que sea vetado, proscrito. Es la dictadura de una falsa democracia, inclemente y radical, de unos señores que se empeñan en adueñarse de la escena, cobrar peaje por entrar y amenazan con expulsarte de su plató si te sales de sus guiones», denuncia monseñor Sanz, que, a continuación, cuenta cómo ha atendido «a personas homosexuales que venían a pedirme ayuda en un momento de confusión, de duda, de dolor, de incomprensión ajena y de incomprensión propia. Personas llenas de dignidad que tienen que habérselas con una situación compleja para la que no tienen palabras, y en la que ellos mismos no terminan de comprender tantas cosas que les llenan de interrogantes. Se hace mal cuando estas personas son objeto de desprecios groseros», o de manipulaciones ideológicas, añade. «Yo salgo en defensa de los homosexuales con todo mi respeto humano y cristiano, y por eso estoy de acuerdo con monseñor Reig».

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