Sin perder a las 99 - Alfa y Omega

Al analizar los programas de salud sexual y reproductiva es llamativo observar que suelen basarse en la idea de que la mayoría de los adolescentes han tenido, tienen o tendrán pronto relaciones sexuales. Esta premisa presenta al menos dos problemas. El primero es que esa idea tiene poco que ver con estudios científicos recientes, que señalan que la proporción de jóvenes de 16 años que ya han tenido relaciones sexuales no llega al 30 %. Por ello, estos programas de educación sexual dejan fuera de su mensaje hasta un 70 % de los jóvenes de esa edad. Estos adolescentes se beneficiarían de un mensaje positivo y contundente que refuerce su decisión acertada de no tener relaciones sexuales porque así no tendrían riesgo de acabar con problemas afectivos, embarazos o infecciones de transmisión sexual. Por el contrario, se les transmite implícitamente el mensaje de que están del lado equivocado de la estadística. Estos programas hacen poco para que su libre decisión de no tener relaciones sexuales se vea como una opción acertada y que, por tomarla, no son personas raras.

El segundo problema es que estos programas se centran exclusivamente en dos mensajes: afirmar que es bueno dejarse llevar por los deseos, y promover la utilización de anticonceptivos, sobre todo el preservativo. Incluso hay muchos programas que, aceptando teóricamente que la conducta más saludable es no mantener relaciones sexuales hasta el establecimiento de una pareja estable y permanente (como el matrimonio), se vuelcan en la práctica con la mayor energía en el adiestramiento del uso de preservativos. Esta contradicción, en la que se les dice una cosa y la contraria en el mismo programa, acaba perjudicando el mensaje necesariamente prioritario para los adolescentes: lo mejor para ellos es no tener relaciones sexuales, y el uso de preservativos puede reducir el riesgo, pero en ningún caso eliminarlo del todo.

Es importante informar sobre los efectos de tener relaciones sexuales y sobre la diferencia entre tenerlas con o sin anticonceptivos. Sin embargo, informar con el enfoque descrito equivale a ocuparse de la oveja perdida sin garantizar que las 99 restantes estén correctamente atendidas y protegidas.

Lo que ocurre en la práctica es que los jóvenes que, al no tener relaciones sexuales no tienen riesgos, se ven presionados por el ambiente para tenerlas y, por tanto, acaban incrementando su riesgo, aunque usen preservativos (www.unav.es/eash). Además, a los jóvenes les interesa mucho entender qué tiene que ver el amor con la sexualidad, y qué relación hay entre el deseo, el enamoramiento y el amor; estos programas llamados integrales suelen obviar esta cuestión. Los jóvenes se interesan 20 veces más por las características del amor que por la eficacia del preservativo (www.joveneshoy.org).

Recordemos también que no contar con las familias en la preparación para el amor que los jóvenes desean es llevar a cabo una educación sexual que tiene más que ver con la veterinaria que con la integralidad propia del ser humano (www.educarhoy.org).

Carlos Beltramo, Alfonso Osorio y Jokin de Irala
Proyecto Educación de la Afectividad y de la Sexualidad (Universidad de Navarra)