Sin nuestra audacia no habrá futuro - Alfa y Omega

Empieza como un chiste: había un mexicano, un ugandés, un polaco, dos españoles y… Pero, en realidad, se trata de la reunión que los delegados de los 36 padres blancos en el norte de África hemos tenido en Túnez.

El Papa Francisco nos dijo, en junio, al terminar nuestro capítulo general: «El mundo cambia, África cambia también, pero vuestro carisma conserva todo su sentido y fuerza».

No os voy a cansar con los detalles del programa, de los momentos de oración ni de cómo hemos procedido para planificar nuestros compromisos. Pero sí quiero compartir tres aspectos de nuestro carisma y de esta reunión que pueden inspirar a otros discípulos de Cristo.

Presencia: es el deseo firme e inequívoco de estar presentes, como cristianos, en el mundo musulmán. Este año hemos abierto nuevas comunidades, una en Marruecos y otra en el sur argelino. Tal vez seamos la única congregación que, según sus constituciones, deba «prestar una atención especial a los creyentes del islam» (art. 1). En un mundo convulso es bueno saber que, en nombre del Evangelio, hay quienes construyen puentes.

Catolicidad: aquí la Iglesia se considera un vestigio del pasado colonial. Pero en nuestras comunidades de padres blancos nunca hay dos compañeros del mismo país juntos. Esta interculturalidad hace que seamos testigos de un Cristo que no es monopolio de ninguna cultura porque tiene algo que decir a todas las culturas. Queremos vivir como hermanos siendo diferentes, y, además, al servicio de la cultura de la acogida, que es anuncio explícito de que es posible un futuro común basado en la fraternidad humana.

Audacia: es el deseo de hacer el bien, de comprometerse con creatividad y un poco de osadía, frente a mil obstáculos, para que haya más justicia y paz en un planeta común que todos debemos cuidar. Minoritarios y extranjeros, sí. Tibios y pasivos, no. Nosotros en el Magreb, y cada miembro del pueblo de Dios, estamos llamados a una audacia profética que haga visible el Reino de Dios. Aunque no haya palabras.

Al terminar la semana fuimos al cementerio donde descansan numerosos padres blancos que aquí tanto trabajaron y amaron. Sin su fidelidad no estaríamos aquí. Sin nuestra audacia no habrá futuro.