«Si un movimiento tiene mucha riqueza, lo que tiene que hacer es dar» - Alfa y Omega

«Si un movimiento tiene mucha riqueza, lo que tiene que hacer es dar»

El papel del laico en la misión y la sinodalidad, entendida como ponerse a la luz del Espíritu para ver cómo se está actuando ante el hombre de hoy, centran la Jornada de Apostolado Seglar

Begoña Aragoneses
Uno de los grupos de trabajo del último encuentro diocesano, celebrado en 2023
Uno de los grupos de trabajo del último encuentro diocesano, celebrado en 2023. Foto: Secretariado del Apostolado Seglar. Foto: Secretariado del Apostolado Seglar.

La archidiócesis de Madrid celebrará el próximo sábado, 18 de mayo, la XXII Jornada Diocesana de Apostolado Seglar, «la más importante a nivel diocesano a la que se convoca a los laicos». Susana Arregui, directora del Secretariado de Apostolado Seglar de la archidiócesis, invita a movimientos, asociaciones, parroquias y laicos en general a participar en este encuentro que servirá, entre otras cosas, para «recuperar la esperanza y la fuerza», muy en línea con la bula firmada por el Papa Francisco para la convocatoria del Jubileo de 2025. La realidad eclesial en Madrid es rica y variada: de los 200 movimientos y asociaciones que hay listados, unos 60 participan habitualmente de las propuestas del secretariado. «Hay de oración, reparadores, mendicantes, más culturales, de profesionales… Podemos hacer unidad sin ningún problema porque son carismas diferentes pero totalmente complementarios». Sobre el carisma, «que es la luz del celemín de la que habla el Evangelio», la directora tiene claro que es para regalar, no para guardarlo; «si te lo quedas, te conviertes en una secta». Es un don de Dios para la Iglesia universal «porque lo necesita en ese momento». Arregui va más allá: «Los movimientos de Iglesia ayudan, pero no son únicos; lo importante es la comunión eclesial». En este sentido, apunta a la parroquia como célula básica. «Un movimiento no sustituye a una parroquia»; es más, «tiene que estar al servicio de la parroquia» y, a su vez, «las parroquias deben ser abiertas». Esto es un tema de «compartir, de generosidad y no de autorreferencialidad».

Concierto de jóvenes durante la jornada del año pasado
Concierto de jóvenes durante la jornada del año pasado. Foto: Secretariado del Apostolado Seglar.

En la archidiócesis de Madrid hay dos realidades de movimientos: los pequeños, diocesanos, algunos nuevos que viven una realidad muy parroquial, muy vivos porque «tienen un carisma muy fresco, pero con pocos recursos», que quizá caminan sin consiliario y «que acuden con entusiasmo» a las convocatorias. También los hay más antiguos, pero con fuerzas mermadas por las bajas de sus miembros. Junto a ellos prevalecen los «grandes movimientos con mucha fuerza», que son «comunidades ricas» pero que, sin embargo, «no siempre son diocesanos» y están «tan a gusto con ellos mismos que no regalan su carisma». Pero «si yo soy Iglesia, tengo que salir fuera». «Si un movimiento tiene mucha riqueza, lo que tiene que hacer es dar, no pedir». Para esto, hay que crear comunión entre ellos y «que se sientan a gusto; que no les dé pereza ir a un encuentro que convoca la diócesis». Así, «se va creando una red en la que queremos generar conciencia diocesana; el movimiento tiene que invitar a la comunión con el pastor y con la Iglesia diocesana».

«El laico es apóstol»

La Jornada de Apostolado de este año se celebra pocas semanas después de que el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, centrara su carta pastoral de la Pascua en el papel del laico en la Iglesia. «El laico es apóstol», resume Arregui, «lleva a cabo su vocación concreta que es transmitir el Evangelio en medio del mundo». Desde el secretariado «recibimos con alegría la carta porque manifiesta la importancia de la vocación laical por el Bautismo». Además, «da esperanza, nos confirma, nos hace sentirnos muy Iglesia en comunión con nuestros pastores». También es un escrito con resonancias sinodales, «un momento no tanto de contestar preguntas, sino de plantearnos cómo estamos actuando para el hombre actual». Es cierto, reconoce, que hay muchas personas «fragmentadas y rotas, pero yo tengo mucha confianza en el ser humano».

Para ser apóstol, explica, primero hay que «estar enamorados de Aquel que nos envía; muy unidos a Él en la oración y los sacramentos» y caminar en comunidad; «solos nos morimos por el camino». Después, hay una «responsabilidad individual» de formarse para salir al encuentro del hombre de hoy; «tenemos que estar pertrechados». Y, en tercer lugar, «tenemos que unirnos; se trata de ir al mundo en unidad y alegres con un mensaje de esperanza». Arregui pide para esto cuidar mucho a la familia, tratando de crear verdaderas «Iglesias domésticas», y «comprometernos con las causas sociales: apúntate al AMPA, ve a las reuniones de vecinos, forma parte del comité de empresa…». Pero «no para atacar» o hacer cosas extravagantes, porque «no somos frikis». «Yo comparo el apostolado con la vida de un topo: vamos abriendo camino; no vemos la luz, pero Dios sí».

Horario de la jornada

9:30 horas. Arranca la Jornada, en la víspera del día del Apostolado Seglar y de la Acción Católica, con el lema Laicos por vocación llamados a la misión, en el Seminario de Madrid.

11:00 horas. Presentación testimonial a cargo de Carlos Aguilar, de la Comisión de Evangelización de la archidiócesis de Madrid, y Susana Arregui, sobre la sinodalidad.

12:45 horas. Reuniones de grupo para reflexionar sobre la importancia y la dignidad laical, siendo discípulos misioneros de Cristo en el mundo actual. Tras esto, se dará paso a la comida.

16:00 horas. Concierto Fiesta del Espíritu Santo, un momento de música y comunidad, que dará paso a la exposición de las conclusiones de la jornada y a la clausura de la misma.

17:45 horas. Traslado a pie a la catedral de la Almudena, caminando juntos como peregrinos, para vivir la Vigilia de Pentecostés, cada movimiento y realidad de la Iglesia con su emblema.

19:00 horas. Vigilia de Pentecostés, presidida por el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo. La parte orante se centrará en la condición de sacerdote, profeta y rey del laico por el Bautismo.