Si no construimos la ciudad - Alfa y Omega

Si no construimos la ciudad

Jueves de la 33ª semana del tiempo ordinario / Lucas 19, 41-44

Carlos Pérez Laporta
Jesús llora
Jesús llora. Detalle. James Tissot. Museo de Brooklyn, Nueva York.

Evangelio: Lucas 19, 41-44

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:

«¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.

Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida».

Comentario

«¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos». Jesús se lo dice movido por la tristeza y entre lágrimas a Jerusalén. Jerusalén, que en hebreo significa ciudad de la paz, no reconocía lo que le conducía a la paz. Era la ciudad de la paz porque era el lugar de la presencia de Dios. La paz reinaría en Jerusalén en la medida en que Dios estuviese presente y sus ciudadanos viviesen en torno de Él, y tejiesen sus relaciones alrededor de Él. La justicia reinaría, y la paz sería la vida de los hombres, porque todos descansarían en Dios.

Pero sin Dios la ciudad decae, se destruye, y Jesús por eso llora, porque «no quedará piedra sobre piedra». Las lágrimas de Jesús son las de un Dios que ama a su pueblo, que ama vivir entre ellos. Pero «en este día» no han reconocido su presencia, ha quedado oculta a sus ojos.

La pregunta que emerge, entonces, es si escuchamos nosotros el llanto de Jesús «en este día» nuestro, si escuchamos hoy su voz que nos llama, para que reconozcamos su presencia hoy en medio de nosotros. Sin Él no habrá paz en nuestra vida, si no vivimos en torno de Él, si no vivimos en su presencia, no encontraremos descanso. Si no construimos la ciudad, si no tejemos nuestras relaciones según su presencia, no lloverá la justicia.