Sherlock. El juego que siempre está en marcha - Alfa y Omega

Sherlock. El juego que siempre está en marcha

Iñako Rozas
Sherlock (interpretado por Cumberbatch) junto a su amigo el doctor Watson
Sherlock (interpretado por Cumberbatch) junto a su amigo el doctor Watson. Foto: HBO Max.

«¡En pleno siglo XXI aún hay sitio para leyendas, aventuras, héroes y villanos!» parece estar gritándonos la serie Sherlock en cada uno de sus trepidantes doce capítulos. Esta obra maestra, creada por la BBC y ahora disponible —por fin— en HBO MAX para el deleite de todos, lejos de abandonar el espíritu holmesiano, comprende los ingredientes de las aventuras del más universal de los detectives, los recupera y nos cocina una nueva receta que respeta y sabe al gran canon de sir Arthur Conan Doyle, dándonos un Holmes sin pipa, pero de alma clásica.

Muchos han encarnado al gran investigador antes: los clásicos Cushing y Rathbone; Heston y McKellen como Holmes entrado y bien entrado, respectivamente, en canas; Stephens en La vida privada de Sherlock Holmes, o el gran George C. Scott en una divertidísima comedia, El detective y la doctora. A ellos se une Benedict Cumberbatch, quien añade dosis de encanto, un iPhone y un abrigo Belstaff que rehúye la icónica capa de cazador sin perder una pizca de habilidad deductiva. Porque este siglo tecnológico habrá dejado atrás los coches de caballos y los grises cielos de revolución industrial, pero los Jackes Destripadores, los sabuesos infernales de Baskerville y los escándalos, sean en Bohemia o en Belgravia, siguen proliferando.

Este Sherlock redivivo, acompañado de su incondicional amigo, el doctor Watson (Martin Freeman), se hace, pues, más necesario que nunca y sus aventuras rodadas nos demuestran, una vez más, que la pantalla puede ser refugio. Porque, como dice Mary Watson al final de la serie, «cuando la vida se enrarece demasiado, se hace imposible o aterradora, siempre queda una esperanza. Cuando todo lo demás fracasa, hay dos hombres que discuten en un piso desordenado, como si siempre hubieran estado ahí y fueran a estar para siempre. Los mejores y más sesudos hombres conocidos». Sherlock Holmes y el doctor Watson juegan en el 221B de Baker Street este juego que siempre estará en marcha.