Sevilla beatificará a 20 nuevos mártires el 18 de noviembre - Alfa y Omega

Sevilla beatificará a 20 nuevos mártires el 18 de noviembre

Estos nuevos testigos de la fe, asesinados durante la persecución religiosa de los años 30 del siglo XX, «son un ejemplo grande para nosotros», ha afirmado el arzobispo hispalense, José Ángel Saiz Meneses

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Rueda de prensa archidiócesis de Sevilla
Un momento de la rueda de prensa. Foto: Arzobispado de Sevilla.

El 19 de julio de 1936, Manuel González-Serna, párroco de Constantina (Sevilla) fue detenido por la fuerza para interrogarlo. En prisión le dispararon varias veces para amedrentarlo, y le maltrataron y vejaron durante días. El 23 de julio le llevaron de nuevo a la parroquia, entre los insultos de la gente, y allí en la sacristía le mataron de dos disparos para después profanar su cadáver. El próximo 18 de noviembre va a ser beatificado junto a otros 19 sacerdotes, seminaristas y laicos en la catedral de Sevilla, en una ceremonia que será presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos.

Se trata de diez sacerdotes, un seminarista y nueve fieles laicos que fueron asesinados, a menudo tras ser detenidos y sin juicio previo, en el clima de persecución hacia todo aquel que profesara ser miembro de la Iglesia católica en la persecución religiosa de los años 30 del siglo XX en España.

Se trata de «un acontecimiento de gracia que va a revitalizar la fe de nuestras comunidades cristianas para hacer de ellas espacios de justicia, de amor y de paz, también de convivencia y reconciliación, porque los mártires son una riqueza espiritual para todos», ha afirmado este lunes en rueda de prensa el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses. Para el arzobispo hispalense, el martirio «es un don de Dios», por lo que «estos hermanos nuestros que murieron perdonando a los que les quitaban la vida son un ejemplo grande para nosotros, que seguramente no nos encontraremos en la tesitura material de dar la vida como ellos, pero sí estamos llamado a vivir esa dimensión martirial de la vida cristiana auténtica, que aspira a la santidad, a la entrega total y a dar la vida si fuera preciso, contribuyendo a la renovación de la Iglesia y de la sociedad».