El perdón sigue siendo fundamental - Alfa y Omega

El perdón sigue siendo fundamental

El claretiano José Ignacio Gordon fue martirizado el 13 de agosto de 1936. Antes de morir, perdonó a sus asesinos

Alejandro Gordon Mínguez
José Ignacio Gordon. Foto cedida por la familia.

Si contáramos hoy que un jerezano, un hombre normal, de su época, un 13 de agosto de 2022, ha muerto dando su vida por los demás, perdonando antes de ser asesinado por sus captores y posteriormente asesinos, probablemente nos parecería, lejos de la realidad, el argumento de una serie distópica de Netflix. Sin embargo, esto sucedió en 1936, y al igual que muchos otros casos que sucedieron por entonces, nos sigue pareciendo de ciencia ficción. Algo que como no ha sido llevado a la pantalla, o ha aparecido en estupendos best sellers, nos parece hasta irreal.

Pero esto sucedió, también un 13 de agosto, y hoy como ayer es un buen día para recordar el martirio del sacerdote claretiano José Ignacio Gordon de la Serna. El beato José Ignacio tuvo claro la noche que pasó, como en Getsemaní, «orando y rezando» junto a sus compañeros mártires, los beatos Marcelino Alonso y Tomás Galipienzo, que «pronto formarían parte del coro de los mártires». Resulta curioso, a ojos de alguien que no sea católico, que unos hombres jóvenes no se defendieran, no lucharan con lo que fueran, contra sus captores. Lejos de eso, su fe inquebrantable les daba la seguridad de que con su muerte darían testimonio de fe y que su sangre no caería en vano.

El tiempo que les quedaba, durante esa noche del 12 al 13 de agosto, lo dedicaron a «consagrar los últimos momentos al diálogo íntimo con Dios, a la reconciliación de sus almas por el sacramento de la penitencia, a la renovación de su profesión religiosa…». Volvemos de nuevo a algo casi irreal, increíble para los que no tienen fe, para los que no creen más allá de lo que ven con sus propios ojos. Tres hombres encarcelados rezando y orando durante la noche. Durante su última noche.

El beato José Ignacio poco antes de morir dijo una frase clave, incluso para alguien que pudiera no tener fe: «Os perdonamos de todo corazón». Un signo de santidad inequívoco, de alguien que aún a pesar de que le quitan lo más preciado, perdona.

Sin duda su testimonio de fe supone un ejemplo para todo Jerez. Perdonar es el mayor acto de generosidad que puede tener cualquier persona. Perdonar a tus asesinos, volviendo al ejemplo cinematográfico, parece más propio de un argumento de ficción. Sin duda, un día como hoy, debemos aprovecharlo para rezarle y pedirle, que 86 años después, nunca olvidemos la importancia de saber perdonar. Que su ejemplo no caiga en el olvido, hoy más que nunca es fundamental.