«La misión ha ayudado a superar crisis en la Iglesia»

Secretario de la Pontificia Unión Misional: «La misión ha ayudado a superar crisis en la Iglesia»

Los responsables de dos de las Obras Misionales Pontificias explican las claves de un año grande que tendrá como momento central la beatificación de Pauline Jaricot

María Martínez López
Nowak y Nguyen bromean en la residencia Amor de Dios, sede del encuentro de directores nacionales europeos de OMP. Foto: María Martínez López.

«La misión es tan vital hoy como hace 400, 200 o 100 años; quizá más», reconoce Tadeusz Nowak, secretario general de la Obra Misional Pontificia de Propagación de la Fe. También los desafíos son iguales o mayores. En los países secularizados hay que «despertar a la gente a una realidad mucho más profunda». En aquellos marcados por los conflictos y el tráfico de personas, «proclamar la necesidad de la justicia». Sin olvidar que «hay partes del mundo donde el Evangelio aún no ha sido proclamado». Afortunadamente, «no empezamos de cero».

De hecho, en 2022 se celebra el 400 aniversario de la actual Congregación para la Evangelización de los Pueblos; el 200 aniversario de la Obra de la Propagación de la Fe (germen del Domund), y el centenario desde que Pío XI hizo suyos tres proyectos iniciados por particulares (Propagación de la Fe, Infancia Misionera y San Pedro Apóstol) y los unió en las Obras Misionales Pontificias.

Se cumplen también 150 años de nacimiento del beato Paolo Manna, fundador de la Pontificia Unión Misional. Su secretario internacional, Dinh Anh Nhue Nguyen, explica que aunque es la más joven y desconocida de las Obras Misionales Pontificias, al no tener jornada propia, «san Pablo VI la definió como su alma», pues su objetivo es «la formación y sensibilización misionera».

Beatificación de Jaricot

A hombros de gigantes es el lema elegido por Obras Misionales Pontificias en España para este año grande. Una idea que acompañó la semana pasada el encuentro de directores nacionales de OMP en Europa, celebrado en Madrid y en el que participaron tanto Nowak como Nguyen. Este último subraya para Alfa y Omega que el centenario múltiple es una ocasión para «dar gracias a Dios a nivel diocesano, nacional y universal», e intentar profundizar «nuestra conciencia sobre el carisma que Dios nos ha dado». Para ello, propone imbuir de «un espíritu extraordinario» las acciones ordinarias: la oración, «primera acción misionera», y las jornadas, colectas y encuentros. Además, añade Nowak, las OMP nacionales y las conferencias episcopales están invitadas a pensar, en cada país, «las formas concretas de celebrar este año más apropiadas a sus circunstancias». Ya se hizo así en octubre de 2019 con el Mes Misionero Extraordinario, y suscitó «mucho interés local» con iniciativas que ahora se pueden relanzar. Recuerda, por ejemplo, cómo un joven australiano puso en marcha el programa Belong (Pertenecer), inspirado en los «círculos de oración, reflexión, apoyo mutuo» y aportación económica a las misiones que creó Pauline Jaricot, fundadora de Propagación de la Fe.

Esto no impedirá que haya grandes celebraciones. Se baraja la posibilidad de un rosario mundial en octubre. Pero el acto central será la beatificación, el 22 de mayo de 2022 en Lyon, de Jaricot. Aprovechando esta ocasión, OMP celebrará del 16 al 23 su asamblea general, que servirá para avanzar en el proceso de renovación interna iniciado hace ya varios años. «A finales de enero hemos mandado a todos los directores nacionales un documento sobre nuestro carisma y cómo renovarlo», explica Nguyen. Se trata, añade Nowak, de «sugerencias para hacernos más eficaces; pero estamos aún en el proceso de desarrollar un plan claro».

Renovación para la Iglesia

Pendientes de los cambios estructurales que ultima el Papa Francisco en la Curia, el responsable de Propagación de la Fe apunta dos prioridades. La primera es el compromiso con una experiencia más sinodal, pues «donde hay una comunicación profunda de los corazones, intercambiando reflexiones, necesidades y situaciones, podemos descubrir juntos una forma mejor de avanzar para hacer el Evangelio presente». Esto ha de ir estrechamente unido a la «renovación personal» que impulsa «un deseo real de santidad, de comunión más profunda con el Señor».

El ímpetu renovado que surja de este proceso no servirá solo para la misión ad extra, sino que puede nutrir y fortalecer a toda la Iglesia. No sería la primera vez. Nguyen subraya cómo a lo largo de su historia, «la misión ad gentes ha ayudado a superar momentos de crisis». Cita por ejemplo la «primavera misionera en el nuevo mundo», en plena crisis por el cisma de Occidente. También cómo después de la Revolución francesa Jaricot «despertó un nuevo espíritu de fe y evangelización».

En un sentido similar, este franciscano conventual de origen vietnamita explica que en OMP el declive de vocaciones misioneras en países antes ricos en ellas «nos preocupa, pero tenemos esperanza». En primer lugar, «Cristo ha vencido al mundo». También porque constata que existe una «circulación de los dones», de forma que estos lugares pueden ahora enriquecerse con vocaciones de lugares donde crecen, como África, Asia o Iberoamérica. «Es muy importante llevar esta conciencia de misión a la población de esos continentes».