Sant'Egidio y la paz en Sudán del Sur: «No nos interesa dar la solución»
Los movimientos rebeldes de Sudán del Sur que en 2018 rechazaron el acuerdo de paz acordaron hace unos días implicarse en los mecanismos concretos de negociación, tanto militar como política, que salieron de ellos. Noviembre será un mes clave, y Paolo Impagliazzo, que acompaña el proceso desde la Comunidad de Sant’Egidio, explica las claves
Uno de los efectos inesperados de la pandemia de COVID-19 fue el agravamiento del conflicto armado en Sudán del Sur. Mientras tanto la ONU como el Papa Francisco insistían en su llamamiento a un alto el fuego global que ayudara a los países a hacer frente al coronavirus, en el país más joven del mundo «desgraciadamente hubo muchos enfrentamientos», explica a Alfa y Omega Paolo Impagliazzo, que acompaña desde la Comunidad de Sant’Egidio el proceso de paz en el país.
Por eso fue tan importante que el 14 de octubre el Gobierno y la Alianza de Movimientos de Oposición de Sudán del Sur (SSOMA por sus siglas en inglés) «renovaran su compromiso» con el cese de hostilidades que habían acordado, con la mediación de Sant’Egidio, en enero. El SSOMA agrupa a los grupos rebeldes que no participaron en el acuerdo de paz firmado en 2018. «La meta era juntarlos en la misma habitación», porque cuando eso ocurre y hay diálogo político, «también influye en los ejércitos», que están más dispuestos a «hacer callar las armas. Y ese es nuestro principal interés».
La influencia del coronavirus
La mayoría de choques tuvieron lugar en el sur, en Ecuatoria. Los protagonizaron grupos vinculados al SSOMA, aprovechándose de que debido a las medidas para prevenir la difusión del coronavirus «la misión de la ONU no ha podido viajar para hacer el seguimiento del cese de hostilidades». El hecho de que por el mismo motivo se hubieran pospuesto las negociaciones no ayudó.
«También ha habido otros choques, no solo en esa región, como consecuencia de la inestabilidad del país» y de la toma de posesión del nuevo Gobierno de coalición. Este incluye, ahora, a miembros de todos los grupos firmantes del acuerdo de 2018. Incluido el vicepresidente Riek Machar, que recupera el cargo que ocupaba antes del comienzo de la guerra civil en 2013.
El reencuentro
A pesar de todo lo ocurrido, el reencuentro en la sede de Sant’Egidio en Roma «no fue difícil», aclara Impagliazzo. «Tanto el Gobierno como la oposición llevaban tiempo esperando» poder volver a la mesa de negociaciones. «Lo hicimos en cuanto lo permitió la pandemia». Y se dieron pasos importantes, como que el SSOMA aceptara integrarse en el mecanismo de seguimiento de las violaciones del cese de hostilidades. Del 9 al 12 de noviembre, en un nuevo encuentro, se discutirán los detalles para implementar este acuerdo «y para promover la confianza entre los distintos ejércitos».
Ambas partes también elaboraron la lista de temas que guiará la próxima ronda de conversaciones políticas, del 30 de noviembre al 5 de diciembre. Se trata de cuestiones clave para el futuro del país, como la propiedad de la tierra, el desarme de civiles y de niños soldado, el sistema de gobernanza o la reforma del sistema de seguridad para la formación de un único ejército nacional. Sobre otras cuestiones que alguna de las partes quería poner sobre la mesa «no hubo acuerdo y las conversaciones deberán continuar».
Los temas que sí se van a debatir, en realidad, «ya estaban en el acuerdo de 2018», puntualiza el negociador de Sant’Egidio. Al igual que en el proceso militar, el avance está en que ahora el SSOMA se integrará en unas conversaciones de las que antes no quiso formar parte. «Su posición en cuestiones como el federalismo o la elaboración de una nueva Constitución es bastante diferente» a la de los movimientos que ya han quedado integrados en el nuevo Gobierno. «Pero hay voluntad de diálogo y se puede profundizar la discusión» de forma «fructífera». «Quizá puedan surgir nuevas ideas que nos permitan encontrar un terreno común».
Paz también fuera de sus fronteras
Sant’Egidio no considera que su labor como propiciador del diálogo sea hacer propuestas sobre formas de encontrar puntos de acuerdo. «Nos interesa dejarles discutir ampliamente sin darles la solución», subraya Impagliazzo. Pero también trabajan sobre los temas para «poder ofrecerles», si se lo piden, un catálogo de posibles salidas; por ejemplo, «sobre los tipos de sistemas federales» implantados en diferentes países.
Impagliazzo ve muy positivo que, incluso cuando su propio proceso de paz estaba paralizado, Sudán del Sur haya participado como mediador en otros conflictos, por ejemplo acogiendo y acompañando las negociaciones que llevaron en agosto a la firma en Juba del histórico acuerdo de paz de su vecino Sudán. «Es algo muy importante», pues muestra la importancia que tiene la relación entre ambos países (que antes estaban unidos), y «que el Gobierno de Sudán del Sur es buen mediador y está dispuesto a implicarse con otros». Algo que también habla de su capacidad de compromiso con la oposición.