4 de febrero: santa Juana de Valois, «esa cosa» fea y rota que nunca fue reina de Francia - Alfa y Omega

4 de febrero: santa Juana de Valois, «esa cosa» fea y rota que nunca fue reina de Francia

Pudo ser reina de Francia, pero nació fea y contrahecha, lo que le valió ser repudiada por su padre y por su marido, ambos monarcas del país más poderoso de Europa. Juana de Valois se convirtió así en la esposa del Rey de reyes

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
‘Santa Juana de Francia’, de Victor Schnetz. Museo de Bellas Artes de Brest.

«Esa cosa», dijo de Juana de Valois su propio padre, el rey de Francia Luis XI, al verla nada más nacer. El monarca esperaba un hijo varón, fuerte y robusto, que le sucediera en el trono en el futuro, pero le presentaron a una niña fea con una fuerte desviación de la columna y que con el tiempo desarrolló un severo raquitismo. Se desilusionó tanto que decidió desentenderse de ella desde la cuna.

A Juana la sacaron de la corte en seguida y la enviaron al castillo de Linières, al oeste del país, a criarse con un matrimonio de nobles que no había tenido descendencia. Fue en ese lugar donde la pequeña vio por última vez a su madre, la reina Carlota de Saboya. Tenía tan solo 5 años. Aquel matrimonio le dio a Juana prácticamente el único amor que recibió en su vida. Con ellos aprendió las primeras oraciones y le inculcaron una devoción a la Virgen María que marcaría toda su vida.

A los 12 años, su padre decidió casarla por razones de conveniencia política con Luis de Orleans, que tan solo tenía 14. En la ceremonia, el novio ni siquiera miró a la novia, y los años siguientes fueron para Juana una auténtica prueba. Su marido solo estaba interesado en la caza y en las mujeres, pero ella le quiso e, incluso cuando él contrajo la viruela, Juana estuvo a su lado para cuidarle.

En 1484, su marido cayó preso en un levantamiento contra la corona, pero ella intercedió por él ante el nuevo rey, su hermano Carlos VIII. Indultado en 1487, Luis subió inesperadamente al trono de Francia en 1498 al morir el rey sin descendencia, convirtiéndose en Luis XII.

Parecía que la suerte cambiaría para Juana, pero ni siquiera fue invitada a la coronación de su esposo, y lo primero que hizo el monarca fue sobornar al entonces Papa Alejandro VI, de la casa de los Borgia, para obtener la nulidad del matrimonio, lo que consiguió ese mismo año.

Pero Juana, despreciada desde la cuna y carente de todo afecto humano, lejos de hundirse, se agarró todavía más al Dios que había conocido de niña y a su Madre. Para compensarla por lo ocurrido, el rey le dio a Juana el ducado de Berry y en 1499 se trasladó al castillo de Bourges, donde se dedicó a una intensa vida de caridad con los más pobres de la zona.

Con los enfermos de peste

Nada más llegar, la ciudad fue azotada por la peste y ella se ocupó de los enfermos sin resultar contagiada. Luego, cada año, el Jueves Santo lavaba los pies a 13 pobres, en memoria de la Cena del Señor. Llama la atención el número elegido, 13, como si no quisiera dejar ninguna duda de que también se quiere rebajar a los pies de Judas, ella que tantas veces se había sentido traicionada por los más cercanos.

La nueva duquesa de Berry instaló en el jardín de su palacio una enorme cruz, y allí acudía cada día, incluso por las noches, a rezar, descansar y desahogar su alma. Es en ese lugar donde vuelve a escuchar la intuición que dejó la Virgen en su corazón cuando apenas tenía 6 años: «Antes de morir, fundarás una orden».

Su confesor la hizo esperar dos años, hasta que en 1501 el Papa aprobó la regla de la nueva congregación de la Anunciación de la Virgen María, dedicada a ayudar a los enfermos y celebrar especialmente la Anunciación y la Encarnación. Tres años después, Juana emitiría sus propios votos.

«Las grandes orientaciones espirituales de santa Juana de Francia no son nuevas en la tradición de la Iglesia. Lo nuevo de ella es su relación con la Virgen», dice una de sus primeras biógrafas, sor Françoise Guyard.

Revelaciones de María

Juana confesaría más tarde otra revelación de la Madre de Dios: «Debes tener los pensamientos que mi Hijo tuvo en la cruz, decir las palabras que dijo en la cruz y hacer lo que hizo en la cruz». Al leer su biografía, se intuye cómo resonaban especialmente aquellas palabras del perdón del Señor: «Perdónalos, porque no saben lo que hacen». Con esa actitud murió el 4 de febrero –día de su fiesta litúrgica– de 1505, cuando apenas tenía 40 años.

«Juana decidió obedecer. Obedeció de hecho a su padre, Luis XI; a su marido, Luis de Orleans; a la Iglesia; a su padre espiritual; a los acontecimientos de su vida, y a su deber de Estado», destaca de ella Guyard.

Así, «en el corazón de los pequeños hechos de sus días, así como en el corazón de los hechos significativos que marcaron su vida, discernió la voz de Dios y estuvo atenta a ella para seguirla, sin dudar un solo instante».

Bio
  • 1464: Nace en Nogent-le-Roi
  • 1476: Contrae matrimonio con Luis de Orleans en Montrichard
  • 1498: El Papa Alejandro VI decreta la nulidad de su enlace
  • 1499: Se traslada a vivir a Bourges como duquesa de Berry
  • 1501: Funda la orden de la Anunciación de la Virgen María
  • 1505: Muere en Bourges
  • 1950: Es canonizada por el Papa Pío XII