San Idris - Alfa y Omega

Idris se asoma por la iglesia con una mezcla de vergüenza y de asombro. Vino de Senegal hace unos años a Madrid y tiene una tienda de ropa africana en una calle cerca de la parroquia. Idris es católico. La mayoría de los senegaleses son musulmanes, pero él ha vivido desde pequeño una fe agradecida al Dios de Jesucristo y nunca ha tenido problemas de convivencia con sus hermanos musulmanes. Quiere bautizar a su hijo; no le gustaría privarle de tanto amor como él ha recibido de parte de la Iglesia. Su piel negra traspasa fronteras: las fronteras de los sueños, las fronteras de la acogida, las fronteras de un plato de yassa o de un cocido madrileño, las fronteras de un Dios mucho más grande que nuestras pequeñas miradas y nuestros pequeños esquemas. Idris bebe té con sus amigos junto a la puerta de su negocio. A veces se deja llevar y entona alguna canción, y hasta se le mueven los pies en busca de las raíces. Y reza; reza con sus manos elevándose hacía lo alto, con un gesto golpeando el corazón, con su vida y una generosidad poco común. Idris es nombre de profeta y de patriarca en el islam, y algunos le han identificado con el personaje bíblico de Enoc. Las historias de salvación son escritas con tinta de colores y brillan en el cielo como las estrellas o la luna en el firmamento.

Idris lleva unos días especialmente contento. Se ha enterado por las noticias de que san Isidro tenía también la piel oscura. San Isidro, un hombre sencillo, bienhechor de los pobres, trabajador de la tierra, felizmente casado. Se ha sentido familia de su familia, como ese «creyente de la puerta de al lado». Idris quiere poner a su hijo el nombre de Isidro: como el patrón de Madrid, como el patrón de los agricultores y, por qué no, ahora, en cierta manera, como el patrón de los desplazados que pueden mirarse en el espejo de esa fe. De una fe que nos hace hermanos y hermanas en la fraternidad del padrenuestro y que, entre la vergüenza y el asombro, nos sigue haciendo asomarnos a la puerta de la Iglesia.