Sal y luz - Alfa y Omega

Sal y luz

Martes de la 10ª semana de tiempo ordinario / Mateo 5, 13-18

Carlos Pérez Laporta
Foto: Freepik.

Evangelio: Mateo 5, 13-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.

Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».

Comentario

«Vosotros sois la sal de la tierra. […] Vosotros sois la luz del mundo». Sal y luz. Las dos imágenes parece que corran por lugares distintos. A bote pronto, la sal no tiene nada que ver con la luz. Con la sal se da sabor. Con la luz se ilumina.

Pero es cierto que todo lo sabroso tiene un punto luminoso: los manjares más exquisitos son placenteros, pero el placer nunca es solo placer. Los placeres forman parte del orden de la creación, y por tanto forman parte de la revelación de Dios. El gusto, y cada uno de los sentidos, arrojan luz sobre la verdad de la vida y sobre la verdad de Dios. No en vano Jesús dibuja para nosotros el cielo como un banquete. Si la vida no es sabrosa, si en la vida no vence el gusto, entonces inevitablemente nos parecerá absurda.

Y quizá es precisamente ahí donde el mundo más necesita la experiencia más profundamente humana de la Iglesia: el mundo necesita una Iglesia que guste la creación que Dios le ha dado. Porque el mundo, aún dominando aparentemente la creación, con toda la técnica y con toda la ciencia, no sabe disfrutar de la creación y de la vida. Porque no conoce a su Creador. Solo Cristo ofrece el verdadero gusto de la vida, porque solo Cristo conoce toda la verdad de la creación. El mundo no sabe gozar la creación en toda su profundidad. Solo quien conoce la vida con la claridad de Dios sabe saborearlo, y trae luz y sentido para el mundo.